Cada acto de perdón en un acto de superación, perdonar comienza por reconocer que contener rencores nos daña hasta intoxicar el corazón; de modo inverso, la sanidad no comienza cuando reconocemos heridas o males gravitando en el alma, sino cuando logramos aceptar el dolor ajeno, las angustias y consecuencias de un sufrimiento hospedado contra tu voluntad en la recámara principal de un corazón. El tiempo no traerá la paz, el perdón si pero sólo al ser capaces de hacer algo porque entendemos la travesía de quien lleva el peso de un corazón sangrante es que la sanidad emerge como el sol que gobierna al horizonte, trazando la línea del cambio. Porque una pena compartida es media pena y un corazón roto es la válvula de escape de un alma vacía.

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