Para usarlo, diría yo. Aunque veo personas cursando hasta programas oficiales y costosos simplemente por obtener un título.
–Pero, Diego Sosa, en las empresas me exigen títulos.
Sé que aún es así, y es lo lamentable. Para algunos contratadores vale más un título que el conocimiento que podamos aplicar. Digo lamentable porque sin el título muchas veces no nos ganamos ni el derecho a la entrevista.
Tengo clientes de asesorías empresariales a quienes he movido de esa mala práctica de buscar empleados universitarios para puestos que no requieren el mínimo conocimiento aprendido en aulas. Cuando les pregunto qué carrera deben tener sus aspirantes comienzan a divagar. Es que no es la carrera lo que les importa, sino el título en sí.
Total, al momento de realizar el trabajo, nada más lejos de lo que aprendieron en la universidad. Y hasta me dicen, es que por el mismo salario obtengo empleados graduados que no graduados. ¿Te imaginas a lo que aspira o cómo se valora ese que acepta cualquier empleo?
Para mí no es solo lo que uno aprende en la universidad, es para todo en la vida. Si decido aprender algo, debe ser útil. Muchas veces la necesidad me mueve a buscar un conocimiento. En otras, una capacitación. Lo que hace tiempo asimilé es que lo que no uso no se me queda por mucho tiempo.
Mi hijo mayor un día, en sus tiempos de universidad, me comentó de diversos métodos para aprender. Uno era el de comentar lo que estaba aprendiendo. Comenzamos a hablar mucho de las cosas que leía. Para él era una manera de aprenderse la clase que le tocaba. Lo hicimos costumbre, comentábamos los libros y artículos que leíamos, vídeos que veíamos, audios que escuchábamos, etc.
Rumiar lo recibido es una forma de aprendizaje del conocimiento. Es una manera de aplicarlo. Pero lo más importante que hacíamos no era el hablar lo que estaba plasmado, sino nuestro propio análisis y extrapolación… eso es aplicar lo aprendido. ¿Qué aplicarás hoy de lo aprendido en este artículo?
