En un terreno que tomó prestado, esta joven -oriunda de Mao, provincia Valverde- obtiene recursos para su sustento y fomenta la sostenibilidad

Winifer Esperanza Jiménez tuvo siempre el apoyo de su familia para estudiar o para cualquier emprendimiento que se le ocurriera. Era una “sombrilla” que siempre le cobijaba, pero su inmadurez no le permitió aprovechar sus oportunidades, y sus padres le retiraron toda ayuda.

Se enfrentó a una realidad no calculada y debió afrontar dificultades que se presentaron en el camino.
“Un poco tarde me di cuenta que lo que me estaban ofreciendo era para que yo saliera adelante, y desde ese entonces me ha tocado trabajar muy duro”, reflexiona, en una conversación a media mañana.

Un solar prestado ha sido una suerte de “tabla de salvación” para ella. ¿Qué significa eso? podría preguntar mucha gente.

La realidad es que para superar obstáculos y colocarse en el camino productivo, tomó un terreno prestado, básicamente un solar, en el que siembra y cultiva hortalizas orgánicas que luego comercializa al detalle. Es una labor que le genera ingresos extras. Después de todo, unos centavos adicionales no caen nada mal… Winifer se mantiene estudiando y para solventar esos estudios necesita dinero.

Cultivar hortalizas de manera orgánica implica utilizar métodos de producción agrícola que se basan en principios de sostenibilidad y respeto al medio ambiente. Y es precisamente lo que hace Winifer. Equivale a decir que “hace una agricultura amigable con el medio ambiente”.

La inocuidad y el planeta

En la agricultura orgánica se evita el uso de productos químicos sintéticos, como pesticidas y fertilizantes artificiales, y se prioriza el uso de métodos naturales para el control de las plagas y las enfermedades, así como para el enriquecimiento del suelo.

Cultivar hortalizas de manera orgánica requiere un enfoque más holístico y sostenible hacia la agricultura, donde se valora la salud del suelo, la biodiversidad y la interacción armoniosa entre los cultivos y su entorno.

Como parte del proyecto “Mujeres Agricultoras” de Mao -su municipio-, en la provincia Valverde, conoció la iniciativa “Mujeres SúperEmprendedoras”, en el que encontró conocimientos que cada día le suman. “Nunca pensé que en este proyecto podía encontrar tanto… Me han ayudado en lo emocional y laboral; y gracias a él me di cuenta de lo inmadura y desorganizada que era”, resalta.

Pero ha crecido bastante y transita por mejor sendero. El programa Supérate, del Gobierno, ha desempeñado un rol importante en ese crecimiento, reconoce.

Asegura que como mujer emprendedora no está dispuesta a rendirse. “Lograr identidad es algo que no tiene precio; soy una mujer de trabajo y no me da vergüenza tener que salir a vender casa por casa, si me toca”, dice, con cierto dejo de satisfacción.

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