Han afectado cultivos de musáceas, frutales, arroz, hortalizas y la cría de animales; el país siempre se levanta

En los últimos 46 años, la agropecuaria dominicana ha sido golpeada de manera significativa por virus, fenómenos naturales y plagas que han agujereado la economía y la producción nacional.

Esos malos momentos se han vivido con la aparición, por ejemplo, de la sigatoka negra que atacó el plátano; la mosca blanca del tabaco, que afectó los vegetales y ornamentales; la mosca de invernadero, que afectó las habichuelas, vegetales y tomate industrial; el ácaro, que afectó el ajo y el coco, y otras plagas que tocaron muy fuerte los cultivos de berenjenas, el café, el aguacate, la lechosa, los cítricos y la yautía, entre otros.

La aparición nuevamente –en el caso de la pecuaria- de la Peste Porcina Africana (PPA) es el más reciente de esos eventos negativos, que si bien hasta ayer apenas se había detectado en crías traspatio y no en granjas comerciales formales, amenaza con retorcer una industria de alto crecimiento y de grandes avances alcanzados con el paso de los años. El temor de los empresarios del ramo es que por una merma en la demanda, los cerdos comiencen acumularse. Si eso llegara a producirse, entonces podría generarse una sobreproducción y consecuentemente los precios deprimirse, partiendo de la relación oferta-demanda.

La industria porcina dominicana es una muy distinta a la que había en 1979, cuando la PPA obligó a eliminar por completo los cerdos que existían, que eran fundamentalmente criados en patios y ranchetas donde pisaban y vivian sobre el lodo y se alimentaban de palma. Pero que se haya progresado no elimina del todo la amenaza.

La población actual de cerdos en el país se calcula en casi dos millones. Hasta ahora no hay granjas organizadas con problema del tipo descrito, según volvió a reiterar ayer el Gobierno, a través del ministro de Agricultura, Limber Cruz; el administrador del Banco Agrícola, Fernando Durán, y la Dirección General de Ganadería. Sin embargo, hay un elemento que ha quedado claro: se trata de un problema evolutivo al que se le da seguimiento, pero siempre previendo que la situación puede variar. “Esperamos que todo se controle, porque hablamos de un sector de elevada importancia para el país. Hemos insistido en que la población humana no se afecta por consumir la carne. El hecho de que eliminemos los cerdos afectados obedece a que debemos proteger la producción local, porque de un cerdo a otro sí puede darse el contagio en caso de un contacto entre ellos”, ha dicho Pedro Porrello, de la Asociación de Granjas Porcinas (Adogranja).

En enero de 2008 República Dominicana comenzó a lidiar con una crisis, que en términos económicos fue de mucho mayor dimensión e impacto, que el problema per se que existía, cuando en varias trabas de gallos o aves de corral en la provincia La Altagracia se detectó la presencia de Influenza Aviar (no gripe), de baja patogenicidad (H5N2) que tampoco era transferible a humanos. Varios días después del anuncio, que se hizo por notificación obligatoria, Haití prohibió la importación de pollos y huevos dominicanos y en esa línea siguieron otros gobiernos extranjeros, como el de Puerto Rico. Apenas tres meses después de eso, las pérdidas entre los avicultores se calculaban en RD$375 millones, y siguió creciendo. Haití importaba para entonces cerca del 25 % de la producción dominicana de pollos, que era de 15.5 millones de libras mensuales, y el 20 % de los 150 millones de unidades de huevo que producían los granjeros dominicanos. La veda se mantuvo más de tres años, hasta que finalmente quedó sin efecto casi automáticamente, porque Haití nunca la dejó sin efecto, formalmente.

La aparición en 2015 de la “mosca del Mediterráneo o mosca de la fruta” (en este caso localizada en un radio de 22 kilómetros cuadrados alrededor del aeropuerto de Punta Cana, una zona de poca importancia económica en materia agrícola en República Dominicana) se suma a una lista importante de plagas, que si bien han tenido nombres distintos, han coincidido en la parte de los daños que han provocado.

Entre 2008 y los inicios de 2015 el país tuvo una suerte de “tiempo libre”, porque no se recibió ninguna enfermedad ni insecto nuevo que afectara o amenazara la producción agrícola o de animales. Echando una mirada hacia atrás, lo que hubo fue más o menos esto: En 1975 se reportó la presencia de la mosca blanca del tabaco, afectando a vegetales y ormamentales y en 1979 apareció el moho azul del tabaco o peronospora tabacina.

Un año antes de eso, a otros cultivos les fue mal, cuando tuvieron la visita de la mosca de invernadero, causando daños a las habichuelas, vegetales y tomate industrial. La merma en la producción se calculó en un 48 %. En 1979 apareció el ácaro del ajo y el ácaro de coco, mismo año en que los porcicultores tuvieron en sus granjas la PPA. En general, entre 1980 y 1990 las plagas llegadas a República Dominicana afectaron otros rubros como berenjenas y vegetales, aguacate, tomate industrial, lechosa, los cítricos y la yautía. En 1988 los registros consultados por el periódico elCaribe indican que el país sufrió los efectos del trhips palmi, que afectó los vegetales orientales, y la mosca blanca o bemisia tabaco. Al círculo de plagas o insectos entró por primera vez al país la broca del café en 1990 y un año después le correspondió el turno al aguacate, con el chinche del encaje.
Cinco años después, en 1996 hace su entrada la sigatoka negra, que ataca el plátano. En el año 2002 bajo amenaza se colocaron la guanábana, guayaba, hortalizas, las mandarinas, mango, naranja y viveros, con la llegada desde Puerto Rico de la cochinilla rosada o maconellicoccus hirsutus, y en 2003 apareció el ácaro del arroz, que produce un vaneamiento de la espiga.

Con anterioridad al año 2004 había en República Dominicana una “fiebre” del cultivo de yautía, tanto así que muchos productores dejaron de sembrar arroz porque le era menos rentable. Hasta que en 2004 llegó el tizón foliar yautía coco, exterminando la mayoría de las plantaciones del rubro. Y en 2008 se informó de la presencia de la enfermedad de los cítricos o huanglonbing, iniciando por plantaciones de Puerto Plata.

Ritmo de la agropecuaria local en primer semestre

A la agropecuaria dominicana no le fue mal en el primer semestre de 2021, a pesar de la pandemia que desde 2020 azota el mundo. Entre enero y junio creció 2.4 %, de acuerdo con el informe semestral de la economía presentado la semana pasada por el Banco Central (BRCD). En ese mismo tiempo el mayor repunte lo tuvo la construcción, con un incremento del 42.2 %, seguido por zonas francas, que se expandió 31.7 %; manufactura local (14.3 %), transporte y almacenamiento (13.7 %), minería (11.4 %) y comercio (10.7 %). De igual manera, se observan variaciones interanuales positivas en: energía y agua (3.9 %), comunicaciones (3.5 %), hoteles, bares y restaurantes (2.9 %), actividades inmobiliarias y de alquiler (2.2 %) y otras actividades de servicios (1.0 %).

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