La Habana. Brigadas de linieros (técnicos electricistas) que arreglan tendidos y postes caídos en el suelo, personas que limpian las calles y algunos negocios privados funcionando con generadores ilustraban ayer los intentos de Cuba por recuperarse, tras dos días del impacto del huracán Rafael.

Todavía hay carreteras cortadas, calles atravesadas por los árboles caídos, escombros y basura acumulándose, semáforos apagados y muchas personas en las calles recogiendo parte de los destrozos provocados por el ciclón que azotó el oeste del país con vientos de hasta 186 kilómetros por hora y lluvias de hasta 195 milímetros (o litros por metro cuadrado).

Muchas zonas en el oeste del país -incluida la capital- prosiguen desde el miércoles sin corriente, a pesar de que el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) logró unificarse de nuevo en la mañana de este viernes tras casi 48 horas fracturado en subsistemas tras el segundo apagón total en tres semanas.

La sincronización del SEN significa que ya todo el país está interconectado en una única red, pero no todos los cubanos cuentan con fluido eléctrico porque en muchos lugares aún no se han reparado los postes, cables y transformadores afectados por el ciclón.

En La Habana, con al menos 495 postes eléctricos caídos, apenas el 17 % de sus casi dos millones de pobladores cuenta actualmente con electricidad, según datos oficiales. Además persisten grandes afectaciones en las provincias de Mayabeque, Artemisa y Pinar del Río. Estas dos últimas provincias están totalmente desconectadas del SEN.

En el resto del país se están produciendo también apagones, pero por la incapacidad del SEN de producir suficiente electricidad para satisfacer la demanda, un problema crónico y creciente en Cuba por las frecuentes averías de las viejas centrales y el déficit de combustible, fruto de la falta de divisas para importarlo.

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