Estambul. Pese a la crisis económica en Turquía, el desgaste de 20 años de autoritarismo y las críticas a su gestión del devastador terremoto de febrero, Recep Tayyip Erdogan ha mantenido en las presidenciales su tirón electoral y aspirará a revalidar el cargo en la segunda vuelta dentro de dos semanas.

Con el recuento de los votos aún en marcha, y en medio de denuncias de manipulación por parte de la oposición socialdemócrata, Erdogan ha ganado las elecciones, si bien por un estrecho margen y perdió la mayoría absoluta que ganó en 2014 y revalidó en 2018.

El recuento, aún no oficial, de varios medios da al jefe del Estado el 49,5 % de los votos, cuatro puntos más que el candidato del bloque opositor que une a socialdemócratas, nacionalistas e islamistas, Kemal Kiliçdaroglu.

Con todo, ese dato se basa en el escrutinio facilitado por los partidos y difundido por los medios, y no del recuento oficial de la Comisión Electoral, que va más lento en su introducción de los votos en el sistema.
De hecho, el propio Kiliçdaroglu ha denunciado que el partido de Erdogan, el AKP, “está continuamente impugnando las actas de la votación y bloquea el sistema”.

Respecto a las elecciones parlamentarias, que se celebraban también, el AKP y sus aliados ultranacionalistas han logrado el 42 % de los votos y 324 escaños, con lo que mantienen su mayoría absoluta en el Parlamento. Con todo, el AKP en solitario ha obtenido el peor resultado de su historia. El bloque opositor ha logrado 211 escaños, y el progresista y prokurdo HDP otros 65.

Pese a que su apoyo electoral ha ido mermando, el AKP y Erdogan no han perdido ninguna de las catorce citas electorales, entre municipales, parlamentarias, presidenciales y referendos, celebradas desde 2002, cuando la formación islamista llegó al poder.

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