Jóvenes de tres barrios marginados de Santo Domingo, que próximamente estarán conectados por un teleférico, se reúnen todas las semanas para aprender música y, en un futuro, convertirse en virtuosos, pero también para tratar de borrar el estigma de la pobreza.

Los jóvenes, 80 en total, forman parte del proyecto de formación de las bandas interbarriales de música sinfónica y de percusión, una de las iniciativas sociales que ejecuta la Dirección General de Programas Especiales de la Presidencia (Digepep). Los menores tienen mucho en común, proceden de Gualey, Los Tres Brazos y Sabana Perdida, tres sectores históricamente marginados a la orilla del río Ozama y que ahora estarán conectados por el teleférico de Santo Domingo.

Tienen entre 8 y 17 años y desde hace seis meses pasan las tardes entre instrumentos musicales como saxofones, clarinetes o tubas, sin dejar de un lado la popular güira o la tambora. Uno de ellos es Yoskar Sánchez, quien toca el corno francés y para quien la música “básicamente es todo”. “En la mayoría de mis sueños siempre estoy tocando o dando clases de música o tomando fotos porque son las dos cosas que más que gustan”, señaló el adolescente. Las clases se imparten, de momento, en las instalaciones de la fundación Festi-Band, en el sector de Gascue, en el Distrito Nacional, los lunes y miércoles (sinfónica) y martes y jueves (percusión).

Los adolescentes fueron escogidos en una audición a la que se presentó una considerable cantidad de niños con interés en aprender música, un lujo para muchos de ellos debido a la precariedad económica en la que viven con sus familiares, que ven en este proyecto una esperanza para sus hijos.

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