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En la conferencia sobre el clima COP26 del año pasado en Glasgow, Escocia, el entonces príncipe Carlos advirtió a los líderes mundiales que debían adoptar una “posición de guerra” para enfrentar la amenaza global del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Desde ese momento hizo súplicas similares en diversos foros, defendiendo causas ambientales. Algo un poco inusual en su posición pública. Y ahora, puede estar entre las figuras más prominentes en asumir la causa.
Carlos es ahora oficialmente el rey Carlos III con la ceremonia de coronación de este sábado. Un acto protocolar, pues su estatus como rey ya está establecido. Como rey, Carlos también es el jefe de estado de Gran Bretaña, así como el jefe de estado de otros países en el «Reino de la Commonwealth» que aún reconocen al monarca, incluidos Australia, Canadá y las Bahamas.
En 2018, la fallecida reina Isabel II también nombró a Carlos jefe de la Commonwealth of Nations, que suma al Reino Unido más un grupo de 53 países que tienen vínculos culturales o políticos con él, incluso como parte de su antiguo imperio.
El «rey ambientalista»
La sucesión del rey Carlos es monumental, en parte porque tomó mucho tiempo para que sucediera.
La reina Isabel gobernó durante toda una generación. Por ello, en Reino Unido su legado se vincula a la superación de crisis durante las últimas siete décadas, es decir, a la identidad nacional británica. En su reinado de 70 años, el más largo de cualquier monarca británico, Isabel gobernó durante la descolonización de grandes franjas de África y el Caribe, los Problemas en Irlanda del Norte, el final de la Guerra Fría, la crisis financiera de 2008, el Brexit, la pandemia, y más.
Carlos, por su parte, no es tan popular como la reina, o incluso como su hijos William y Harry. El monarca tiene un registro público que se remonta a 70 años, no excento de escándalos. El más ruidoso, quizá, su separación de la princesa Diana y su unión con la ahora reina consorte, Camilla.
Pero también abraza causas públicas, desde la defensa de la caza del zorro hasta la medicina alternativa o la agricultura ecológica. The Guardian pasó 10 años tratando de publicar los memorandos que Carlos escribió a los ministros del gobierno, presionando por varias causas. Los llamados “Spider Memos” incluyen desde un apasionado reclamo para acabar con la pesca ilegal de la merluza negra hasta un pedido de más equipo para las tropas en Irak.
Por otro lado, su personalidad pública ofrece algunas pistas sobre qué tipo de rey será. Su ambientalismo, en particular, se destaca. Pocos lo saben, pero Carlos tiene mucha credibilidad al menos en este tema global, ya que ha estado advirtiendo sobre el cambio climático desde la década de 1990.
Los cambios y desafíos que enfrenta Carlos III
El desafío, en todo caso, es que el rey Carlos no tiene ningún poder político real, en última instancia, para abordar el cambio climático, son los gobiernos deberán tomar decisiones políticas difíciles y actuar. Pero la monarquía también puede recurrir a su poder blando, por ejemplo, cenas o visitas estatales, para tratar de abogar por la acción climática. Y, por supuesto, al reorientar la monarquía en torno a este problema global, es una forma de que la institución siga siendo relevante y tal vez incluso necesaria.
Otro de sus retos es lidiar con dónde encaja la institución de la monarquía con el lugar de Gran Bretaña en el mundo y con la idea misma de lo británico.
Aunque el apoyo hacia el rey Carlos III varía mucho en todo el Reino Unido, según la encuesta realizada por ITV News solo el 39% de los adultos entre 18 y 34 años lo apoyaban, y que este apoyo aumentaba según la edad, donde más recibe apoyo es en las personas más adultas presenciaron la época de la reina Isabel II y el rey Carlos III pequeño.
Por otro lado, donde más se encuentra desacuerdo es entre las personas de 34 y 65 años. Principalmente porque testificaron la juventud del Carlos III y los problemas con la princesa Diana, por lo que estas personas serían las más complicadas de convencer al tratar de unir a todo el reino.
Carlos ante lo global
Si a lo arriba expuesto se le suma la mayor inestabilidad que Europa ha visto en décadas: la invasión de Rusia a Ucrania y la respuesta de Occidente que han exacerbado las crisis económicas y de costo de vida relacionadas con el Covid y el Brexit en el Reino Unido, parece que la labor unificadora a la que está llamado Carlos III no será nada sencilla.
Pero incluso con estos desafíos, es posible que la monarquía británica no cambie tanto. La consistencia es una especie de cosa de la monarquía. La forma en que Charles gobierna y las causas que asume pueden estar determinadas en última instancia por eso más que nada: la presión que enfrenta el heredero con más años de servicio para mantener intacta la institución.
