Islamabad, (EFE).- Pakistán quedó sumergido en el caos y la agitación tras la violenta detención del ex primer ministro Imran Khan, una figura que desata pasiones en esta nación, y que ocurre tras meses de barahúnda política y entre el aprieto de una grave crisis económica.
El carismático líder del partido Pakistán Tehreek-i-Insaf (PTI), detenido ayer en la sede de una corte de la capital paquistaní, es el líder político más importante del país que fue expulsado del poder por una moción de censura organizada por sus rivales, pese a que contaba con una amplia popularidad.
Además, su formación encabezaba los gobiernos regionales en las provincias más pobladas. Desde entonces Khan y su partido emprendieron una estrategia que, según sus planes, llevaría a unas elecciones adelantadas y su posible regreso al poder.
GASOLINA A LAS LLAMAS
Su violento arresto, cuando se dirigía al tribunal para solicitar una medida de libertad bajo fianza para uno de los múltiples casos presentados en su contra, fue efectuado por la unidad de Ranger, una fuerza paramilitar que depende del Ministerio del Interior.
Su formación denunció la medida como un secuestro y llamó rápidamente a sus seguidores a salir a las calles en protesta, lo que desencadenó una ola de manifestaciones que, aunque mayoritariamente pacíficas, han vivido algunos focos de violencia que degeneraron en ataques a sedes militares, instituciones estatales y residencias de oficiales.
INESTABILIDAD POLÍTICA
Desde la destitución, el exmandatario ha sido acusado en varios casos judiciales, sin embargo Khan no se había presentado ante la justicia para responder a esas acusaciones alegando problemas de salud tras un atentado que sufrió en noviembre pasado.
La policía de Islamabad había intentado antes arrestarlo para forzarlo a presentarse ante el tribunal, sin embargo, la ex estrella del críquet paquistaní había sido protegido por sus seguidores y fianzas temporales que había ido extendiendo.
El CASO
Khan, que afirma enfrentar “más de un centenar de casos en contra”, fue logrando obtener la libertad bajo fianza en la mayoría de ellos.
La policía de Islamabad indicó ayer que Khan fue arrestado por “el caso de Qadir Trust”, que le acusa de haber recibido tierras como soborno a través de un fondo creado por el y su esposa para una universidad centrada en la espiritualidad y las enseñanzas islámicas.
De acuerdo con el Gobierno paquistaní, el caso de corrupción asciende unos 177 millones de dólares.
Khan ha sido acusado hoy además por otro caso, por haberse quedado con regalos recibidos cuando estaba en el gobierno sin declararlos y pagar la tasa correspondiente al valor de los obsequios.
LA ESTRETEGIA A LAS GENERALES
El objetivo del ex primer ministro desde su destitución fue presionar al Gobierno a adelantar dichas elecciones generales, para ello organizó numerosos mítines masivos y disolvió las asambleas regionales que controlaba el PTI como forma de reclamar los comicios.
Una situación de tensión que vivió sus momentos más álgidos el pasado noviembre, cuando Khan resultó tiroteado durante uno de sus mítines, siendo herido en ambas piernas.
El Tribunal Supremo ordenó celebrar unas elecciones regionales este próximo domingo, tras declarar institucional el retraso de los comicios que ordenó previamente la comisión electoral a sugerencia del Gobierno.
No obstante, su celebración en dicha fecha es improbable, según numerosos miembros del Gobierno, ante la situación de inestabilidad del país.
CRISIS ECONÓMICA
Esta inestabilidad en la esfera política no ayudó a controlar una crisis económica que fue cobrando forma progresivamente en el último año, hasta provocar una escasez de combustibles que degeneró en apagones masivos que llegaron a extenderse por 24 horas.
Esto deja una gran parte de la población indignada que responsabiliza al Gobierno de la situación, pese a que la situación ya era alarmante durante la Administración de Khan.
Lo que sumado al agravamiento de otros indicadores, como el aumento espectacular de la inflación, la devaluación de la moneda hasta límites históricos o la caída de su reserva de divisas, ha empobrecido de manera significativa a la población.
Pakistán logró un programa de rescate por 6.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2019 que podría haber ayudado a prevenir estos problemas, pero el organismo internacional suspendió los desembolsos el pasado noviembre por la falta de garantías del Gobierno.