Washington. Uno tras otro, los colaboradores más cercanos del presidente Donald Trump salieron el jueves para declarar: “Yo no fui”.

Cada uno de ellos negó haber escrito el provocador artículo de opinión del New York Times que supuestamente fue elaborado por un miembro de la “resistencia” dentro del gobierno que lucha para impedir los impulsos más peligrosos de Trump. Ya fuera por email, tuit o video, las negativas de los funcionarios del gabinete, incluido el vicepresidente Mike Pence, desfilaron aparentemente presentadas para un público de uno, sentado en la Oficina Oval.
Altos funcionarios con puestos clave en seguridad nacional y política económica, criticaron al autor del artículo por cobardía, deslealtad y actuar contra los intereses de Estados Unidos, usando palabras similares a las del presidente. Trump estaba furioso por la columna y pidió a sus confidentes atacar al autor, especular sobre su identidad y comentar que el “Estado profundo” conspiraba contra él. Exigió a sus asesores desenmascarar al autor, y pidió la extraordinaria demanda de que el periódico revelara su nombre al Gobierno.

Tan impactante como el ensayo fue la larga lista de funcionarios que pudieron haberlo escrito. Muchos han compartido algunas de las preocupaciones expresadas en el artículo sobre Trump con colegas, amigos y reporteros de forma privada. Con un círculo tan amplio de posibles culpables, los hombres y mujeres de Trump sintieron que su única opción era hablar. Las negativas y condenas llegaron de todas partes: el secretario de Estado Mike Pompeo y el secretario de Defensa Jim Mattis negaron la autoría durante una visita a la India, el secretario de Interior Ryan Zeinke desde Samoa Americana. En Washington, los “yo no fui” salieron de la oficina del vicepresidente Pence, del secretario de Energía Rick Perry, del embajador de Rusia Jon Hunstman, el director de Inteligencia Nacional Dan Coats, y otros miembros del gabinete.

El autor dijo ser miembro de ese círculo interno. Entonces, ¿son fiables las negativas? No hay forma infalible de asegurarlo y eso sólo aumentó la frustración del presidente.

En Twitter Trump atacó al “Estado Profundo y la Izquierda, y su vehículo, los Medios de Noticias Falsas, se vuelven Locos y no saben qué hacer”. Funcionarios de la Casa Blanca no respondieron por el momento a un pedido para que Trump explique por qué el autor debe ser entregado al Gobierno y por qué se trata de un asunto de seguridad nacional. Algunos que estaban de acuerdo con los puntos indicados en la columna de opinión insinuaron que la reacción del presidente confirmaba las preocupaciones del autor.

Un juego de adivinanzas por saber quién es

El NYT explicó luego que el autor del tuit que habla de “él” fue “redactado por alguien que no conoce la identidad ni el sexo del autor, de manera que el uso de ‘él’ fue un error”. El juego de adivinanzas cunde por todo Washington, donde funcionarios actuales y retirados intercambian llamadas y textos o acuden a periodistas en busca de indicios. Algunos de los funcionarios más altos tuvieron que negar ser el autor del ataque a su jefe.

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