Punta Cana, RD.- En las últimas décadas, los países de América Latina y el Caribe han emprendido esfuerzos significativos para reducir sus emisiones y avanzar hacia un futuro más sostenible desde el punto de vista energético.

Sin embargo, los desafíos persisten y la necesidad de acelerar la transición hacia fuentes de energía más limpias y renovables se vuelve cada vez más apremiante.

Durante las Reuniones Anuales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y BID Invest, celebradas en Punta Cana, República Dominicana, líderes regionales, ministros de finanzas, banqueros centrales y otros actores clave se han unido para discutir los avances y los desafíos en el ámbito del desarrollo económico y social en la región.

Uno de los temas centrales de estas discusiones ha sido el impulso a la transición energética en América Latina y el Caribe.

Según datos proporcionados durante el evento, entre 2015 y 2022, la región aumentó su capacidad de generación de energía renovable en un impresionante 51 %, alcanzando el 64 % de generación a partir de fuentes renovables en el último año.

Sin embargo, este ritmo de cambio necesita acelerarse para enfrentar los desafíos venideros.

El crecimiento poblacional y económico proyectado para los próximos años sugiere que la demanda de electricidad aumentará a un promedio anual del 2.3 % desde 2022 hasta 2050. Sin cambios significativos en las matrices energéticas y en los planes de expansión, la región no alcanzará el objetivo de cero emisiones netas para 2050.

América Latina y el Caribe se encuentran en una encrucijada histórica en la que tienen la oportunidad de lograr el acceso universal a la energía eléctrica de manera justa e inclusiva. A pesar de los avances, aún hay 16.2 millones de personas en la región que carecen de este acceso fundamental.

En respuesta a estos desafíos, se han propuesto diversas soluciones durante las reuniones. Una de las principales estrategias es la descarbonización de diversos sectores de la economía, incluyendo electricidad, calefacción, transporte, industrial y construcción.

Esto requiere un enfoque integral que promueva la inversión en energías renovables, mejore la eficiencia energética y adopte políticas para reducir la demanda de energía.

Además, se ha destacado la importancia de desarrollar marcos regulatorios que faciliten la transición hacia fuentes de energía más limpias y renovables.

Esto implica impulsar la inversión privada en energía renovable y promover el desarrollo de tecnologías emergentes, como el hidrógeno verde y los sistemas de almacenamiento de energía.

El BID ha desempeñado un papel crucial en el impulso a la transición energética en la región. Actuando como Secretaría Técnica de la iniciativa «Renovables en Latinoamérica y El Caribe» (Relac), el BID ha trabajado con 16 países de la región para acelerar la transición hacia sistemas eléctricos carbono-neutrales para 2030.

El banco ha invertido significativamente en la construcción y modernización de plantas hidroeléctricas, así como en el desarrollo de marcos regulatorios para facilitar la inversión privada en energía renovable.

Además, el BID ha brindado apoyo técnico y financiero a iniciativas clave de integración energética regional, como el Sistema de Interconexión Eléctrica Andina (Sinea), el Sistema de Integración Energética del Cono Sur (Siesur) y el Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (Siepac). Estos esfuerzos tienen como objetivo fortalecer la seguridad energética regional y promover el intercambio de energía limpia entre países.

En última instancia, el impulso a la transición energética en América Latina y el Caribe no solo beneficiará al medio ambiente, sino que también contribuirá al desarrollo económico y social sostenible de la región. Con un enfoque conjunto y acciones concretas, la región puede avanzar hacia un futuro más próspero, inclusivo y respetuoso con el medio ambiente.

Un tema de cambio climático

El cambio climático presenta desafíos adicionales para la región, exacerbando la vulnerabilidad de la infraestructura energética ante fenómenos meteorológicos extremos. Para hacer frente a estos riesgos, es crucial invertir en infraestructura física y digital resiliente que pueda resistir y adaptarse a las condiciones cambiantes del clima.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha desempeñado un papel fundamental al proporcionar financiamiento y apoyo técnico para proyectos de infraestructura resiliente en toda la región.

En países como Bahamas, Nicaragua y Honduras, el BID ha financiado proyectos para fortalecer la infraestructura eléctrica y mejorar la capacidad de interconexión regional, contribuyendo así a aumentar la seguridad energética y reducir la vulnerabilidad frente a desastres naturales.

La regulación, los marcos

Además, el BID ha colaborado estrechamente con los gobiernos de varios países para desarrollar marcos regulatorios que fomenten la implementación de tecnologías de almacenamiento energético. Estas tecnologías son fundamentales para garantizar la estabilidad del sistema eléctrico y facilitar la integración de fuentes de energía intermitentes, como la solar y la eólica.

Sin embargo, la implementación exitosa de estas soluciones requiere un compromiso continuo por parte de los gobiernos y el sector privado.

De acuerdo con los planteamientos de diversos expertos, es necesario seguir trabajando en la armonización de normativas nacionales y la optimización del uso de recursos energéticos para garantizar una integración eficiente y equitativa de las energías renovables en la matriz energética de la región.

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