RD, por su localización geográfica y por ser un país insular, es afectada por los efectos del cambio climático

Recientemente el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, siglas en inglés), junto a las Naciones Unidas, publicaron un informe sobre la crisis ambiental actual donde aseguraron que existen efectos negativos irreversibles sobre el planeta debido a la desproporcionada actividad humana.

Hicieron un llamado a la reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero, esencialmente, el dióxido de carbono (CO2).

Asimismo, se debatió en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26), en Glasgow, Reino Unido, las acciones que los líderes mundiales, las comunidades y la población en general deben asumir antes de que sea demasiado tarde y la tierra se convierta en un lugar inhabitable. Por tal razón, una de las impostergables acciones que se deben ejecutar es el desarrollo, modificación y construcción de ciudades sostenibles y eficientes, que disminuyan la desigualdad junto a las actividades lacerantes al medio ambiente, y significativamente, el impacto negativo a la calidad y esperanza de vida de todos los seres humanos.

Sin embargo, la República Dominicana, por su localización geográfica y naturalmente por ser un país insular, es la más afectada y agredida por los efectos del cambio climático, provocados principalmente por países enormemente industrializados. De igual forma, el país tiene tareas pendientes que modificar y desarrollar para la construcción de ciudades sostenibles, especialmente, en las zonas metropolitanas donde se concentra la mayor cantidad de habitantes y polución ambiental. Algunos asuntos aplazados son: los vertederos a cielo abierto, la contaminación de ríos, arroyos y afluentes a causa de empresas petroquímicas, plásticos, ciudadanos y extracción ilegal de arena. También, la tala de árboles, la pesca indiscriminada, producción de plásticos en cantidades industriales sin responsabilidad social empresarial, la carencia de orden y planeación territorial, la minería irresponsable, la carencia de educación ambiental ciudadana, mal manejo de aguas residuales, el incremento de tugurios al margen de ríos y playas que no poseen sistemas de recogida de basura eficientes y un sistema sanitario adecuado, además de la improvisada quema de residuos y madera. Igualmente, la eliminación y reducción significativa de la arborización de los cascos urbanos, el aumento indiscriminado de automóviles y sistemas de transporte integrado ineficientes.

No obstante, se realizan acciones que pretenden cambiar esta triste realidad y ejecutar planes que estén acorde a los nuevos estándares de sostenibilidad y calidad. La participación activa de la República Dominicana y sus delegados en la “COP26” es un gran avance de interés colectivo de trabajar a favor del medio ambiente. Así lo aseguró la viceministra de Cooperación Internacional del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Milagros De Camps. “El mundo no puede esperar más, las islas como la nuestra, no pueden esperar más”, proclamó.

Solución a la desigualdad urbana

Para la transformación y solución a la desigualdad urbana para el desarrollo, modificación e implementación de ciudades sostenibles, el “World Resources Institute” en colaboración con el “Ross Center” y “The City Fix”, plantean importantes modificaciones como: Diseño y suministro de infraestructuras: Dar prioridad a los vulnerables. Plantean que, “en muchas ciudades del sur global, el diseño y desarrollo de las infraestructuras urbanas ha ignorado el creciente número de personas que viven en asentamientos informales o en la periferia urbana desconectada. Estas zonas suelen carecer de acceso a los servicios básicos, lo que obliga a los residentes a hacer sus propios arreglos, a menudo ilegales, informales o costosos en términos de tiempo, dinero, salud y costes ambientales. Es probable que este problema se agrave si no se toman medidas, ya que se calcula que mil 600 millones de personas carecerán de una vivienda adecuada en 2050”.

Igualmente, señalan que invertir en infraestructuras de transporte masivo y activo podría reducir la intensidad de los gases de efecto invernadero en el sector del transporte hasta en un 50 % para 2050, en comparación con los niveles de 2010.

Por otro lado, los modelos de prestación de servicios: asociación con proveedores de servicios alternativos. Apuntan que “los proveedores de servicios informales, como los conductores de minibuses o los vendedores de agua, prestan servicios vitales allí donde los servicios públicos municipales no están disponibles. Estos servicios suelen ser caros, de mala calidad o, en algunos casos, perjudiciales para las personas y el medio ambiente, el transporte alternativo puede contribuir a la congestión y la contaminación”. Igualmente, destacan la importancia de Prácticas de recogida de datos: mejora de los datos locales mediante la participación de la comunidad, estos en aras de implementar mejores prácticas locales. También, empleo urbano informal: reconocer y apoyar a los trabajadores informales. Apuntan que “reconocer y apoyar a los trabajadores informales y ampliar su acceso al espacio público, a los servicios, a los clientes y a las redes de seguridad social puede mejorar los medios de vida y la resistencia económica de las ciudades”.

Del mismo modo, la financiación y subvenciones: aumentar la inversión y orientar los fondos de forma innovadora, “para llenar el vacío de los servicios urbanos asequibles”. Además, gestión del suelo urbano: promover la transparencia y la ordenación territorial integrada, porque “una planificación territorial integrada, son esenciales para una prestación de servicios equitativa y una gestión del crecimiento sostenible”. En tanto que, la implementación de gobernanza e instituciones: creación de diversas coaliciones y alineación, “las coaliciones de diversos actores pueden impulsar la acción política, promover la inclusión y lograr un cambio duradero”, enfatizan.

Construcción sostenible

Según “World Resources Institute”, en 2030, el 70 % de la población mundial vivirá en ciudades, por lo que no tomar medidas para considerar la eficiencia de los edificios, las ciudades corren el riesgo de bloquear los altos costes de funcionamiento y aumentar la demanda de recursos y las emisiones de gases de efecto invernadero. “Mejorar el rendimiento de los edificios puede contribuir a mejorar la salud, la productividad y el entorno en el que viven y trabajan sus habitantes”, recalcan. Mientras que, subrayan, los edificios consumen casi el 40 % de la energía mundial y son responsables de un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. “Sin embargo, algunas de las mejores oportunidades para mejorar la eficiencia y afrontar estos retos siguen sin aprovecharse”, concluyen. Es tiempo de asumir la transformación de las ciudades y campos del país en sostenibles, como la única vía para sobrevivir al cambio climático y optimizar la calidad de vida de todos los ciudadanos.

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