Según la investigación sobre los océanos realizada por la National Geographic, cada año acaban en el mar unos ocho millones de toneladas de plástico, que tardan siglos en desaparecer, y la playa en el Fuerte San Gil se une cada día a esta estadística fatídica por falta de intervención.

El Malecón de Santo Domingo ha sido remozado recientemente por el Ayuntamiento del Distrito Nacional y también por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, sin embargo, las autoridades locales y el Gobierno central han olvidado rescatar este espacio donde cientos de turistas, familias y amigos llegan a pasar un buen rato mirando hacia al mar, pero encuentran esta desagradable vista de basura.

Igualmente, esta acumulación de lilas, botellas, residuos orgánicos y en ocasiones animales muertos, emanan en la zona un hedor pestilente y agua estancada.

En distintas zonas del país se han colocado en ríos y cañadas biobardas, que son elaborados con lazo, malla y botellas de plástico para crear una barrera para los desechos sólidos y así impedir que llegue la contaminación a los cauces.

En otros escenarios las autoridades han asegurado la adquisición de una malla especial para retener estos desechos, pero hasta el momento ningún organismo gubernamental se ha interesado en lograr una solución a este mal que afecta a todos los dominicanos.

También una campaña en internet dirigida al público dominicano alega que “seamos más animales” y “menos humanos”, manifestando que los animales no lanzan basura cuando van a las playas, bosques y montañas, sin embargo, los ciudadanos sí. En tanto que, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en un análisis comercial en pesquerías indica que “El plástico penetra en el medio acuático a través de la corriente y se desintegra en residuos plásticos de mayor o menor tamaño.

Estos elementos provienen normalmente de aguas residuales no tratadas, como consecuencia de un control industrial inadecuado o también debido a un comportamiento humano inapropiado y artes de pesca abandonadas o perdidas”.

Impacto acuático

El estudio precisa que a causa de la contaminación de los océanos y costas por plásticos mueren alrededor de un millón de aves y más de 100 mil mamíferos acuáticos por confundir el plástico con comida que posteriormente llega a los humanos en los platos más exuberantes en restaurantes y los hogares.

Presentes en el interior de los alimentos marinos

Igualmente, hace énfasis en que se han encontrado micro plásticos en doce de las veinticinco especies y géneros más importantes que contribuyen a la pesca marina mundial y plantean un problema emergente en materia de “inocuidad alimentaria debido a que la toxicidad del plástico y sus componentes” (monómeros polimerizados, aditivos) presentes en los océanos que no ha sido evaluada por los comités científicos internacionales de expertos.

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