En esta semana falleció Marcos Rodríguez, el hermano menor de Hipólito Rodríguez (Polo), gran revolucionario de mi generación.
Ambos, Polo y Marcos, viajaron a Cuba, a finales del crucial año 1961, en el primer grupo de miembros del 14 de Junio que recibirían entrenamiento militar en la Cuba.

Marcos Rodríguez, siendo el más joven de aquel primer grupo resultó ser el primero en un conjunto de las actividades propias de aquel intenso entrenamiento.

Regresando al país, Marcos pasó a constituir, junto con un selecto grupo, a cuya cabeza estaba el propio Manolo Tavarez, uno de los más brillantes instructores en la escuela clandestina político-militar, que el 14 de junio instaló desde los primeros meses del convulso año de 1962, en una casa, con amplio terreno, ubicada en un camino transversal a la altura del kilómetro 12 de la carretera Sánchez.

En ocasión del golpe de Estado contra Bosch el 25 de septiembre de 1963, la dirección del 14 de Junio decidió iniciar un movimiento armado y envió a Cuba a Marcos Rodríguez a sustituir al que hasta esos momentos era el delegado del 14 de Junio ante el Gobierno cubano.

Además de las responsabilidades propias del delegado ante el Gobierno Revolucionario Cubano, Marcos recibió dos instrucciones adicionales: Una, establecer contacto con la embajada China en Cuba y plantearle que el 14 de Junio quería formalizar las relaciones políticas con el Partido Comunista y el Gobierno de la República Popular China, y dos: Plantearle al gobierno Chino una solicitud para que un grupo de miembros del 1J4 recibieran entrenamiento político-militar en la República Popular de China.

En el mes de junio de 1964, nos encontrábamos en Paris, 36 guerrilleros que habíamos sido apresados en distintos frentes, y después de varios meses de encierro en La Victoria, el 8 de mayo de 1964 fuimos deportados hacia el Portugal donde apresados por la PIDE (policía secreta de la dictadura portuguesa), y luego de fichados viajamos a Paris, donde soplaban aires de solidaridad con los movimientos insurgentes de América y el mundo.

En el mes de junio de ese mismo año, una delegación del Comité Central del 14 de Junio, integrada por Juan Miguel Román, Emilio Cordero y Fidelio (los tres estábamos entre los deportados), viajábamos hacia Cuba, y en el amplio salón de recibo (entrada y salida) del aeropuerto de Praga, Checoeslovaquia, Fidelio identificó a Marcos Rodríguez, saliendo por la puerta de recibo de los pasajeros provenientes de Cuba. ¡Inmensa sorpresa! Nos confundimos en un cálido abrazo y resulta que mientras nos manteníamos abrazados, Marcos sacó discretamente del bolsillo del abrigo, un sobre, que introdujo en el saco que yo llevaba puesto.

Cuando pude abrir aquel sobre, ¿Qué contenía? Uno: Que el gobierno y el partido chino, aceptaban gustosos la apertura de relaciones políticas con el Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
Dos: Que aceptaban nuestra solicitud de entrenamiento político-militar a un grupo de seis miembros de nuestra organización, y Tres: Que el sobre contenía una suma de dinero para sufragar los gastos de viaje de los seis miembros de nuestra organización.

¡Marcos había cumplido con una parte fundamental de las instrucciones que le dimos cuando salió clandestinamente hacia Cuba para ocupar la posición de delegado del 1J4 ante el gobierno revolucionario de Cuba!

Es muy dramático y singular narrar las acciones y situación de Marcos desde que llegó clandestinamente desde Cuba. Sobre esto, la extensión que ya tiene este relato, solo me permite algunas líneas.

Marcos era el hermano menor. Por la muerte de su hermano mayor, Hipólito Rodríguez (Polo), su madre, que había sufrido lo indecible con los avatares de la vida de sus dos hijos varones, y había padecido lo indecible por la muerte de Polo, no estaba en la capacidad de perder al más joven de los tres hermanos y lo hizo recluir en el hogar.

Entonces, en los largos meses desde mi regreso clandestino al país Marcos, aparentemente al margen, nos aportaba documentos que contribuyeron a pulverizar los esquemáticos esquemas del grupo que nos adversaba.

Después, él se fue acercando, a través de Orlando Martínez y Narciso Isa Conde, al PCD, asimismo, estableciendo una relación amistosa y sentimental con Emma Tavárez, y sus caminos y los de Fidelio fueron por senderos distintos, pero no necesariamente contradictorios.

Como homenaje al camarada fallecido y a todos los que estuvieron cercanos a él, dedico estas palabras.
En su campo profesional, Marcos fue un hombre honrado e incorruptible a carta cabal, y en el plano personal, un solidario, cálido y valiente compañero.

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