Dajabón.- No arranca este viernes nueva vez el intento de República Dominicana por abrir la puerta fronteriza del mercado, para crear corredor comercial en esta parte con Haití.
Haití mantiene su disposición de no abrir la puerta, mientras comerciantes del mercado se amotinan exigiendo apoyo del gobierno ya que por cada 100 sólo un mayorista ha sido beneficiado, según Jesús Rodríguez, representante de los vendedores de productos.
Jesús Rodríguez, junto a los demás vendedores de productos perecederos, se quejaron de que, siendo ellos los más perjudicados, la ayuda del gobierno no le ha llegado, por lo que apelan a la sensibilidad del presidente de la republica Luis Abinader, a fin de que sea tomados en cuenta.
De igual forma se expresó Ramón Lora, vendedor de carnes del mercado, quien dijo que sus miembros tuvieron que votar e incinerar en el vertedero municipal, las de 800 quíntales del productos por falta de salida y tampoco han sido tomados en cuenta por el gobierno.
Mientras se observan cerradas y desoladas las casetas del mercado el equipo biométrico espera, comerciantes observan y militares mantiene rodeado el perimetrito en prevención ante cualquier tipo de irregularidad que pueda presentarse.
Al otro lado de la frontera en la Puerta de Juana Méndez, se observan comunicadores grabando con teléfonos celulares la incidencia de lo que ocurre de este lado.
Incidente
En el área donde se creó el corredor y están instalados los equipos biométricos, fue arrestado el conductor de una furgoneta que cerró el paso a una camioneta del Cesfront, impidiendo así el acceso al lugar del personal encabezado por el coronel Fabián, encargado interagencial de ese organismo en Dajabón.
No valió la insistencia del oficial del ejército para que el conductor depusiera de su aptitud, quien en lugar de prestarle atención, saco un pica pollo y comenzó a comer, la situación generó en que llegaron los refuerzos y lo arrestaron también la presencia de varios comerciantes tratando de impedirlo.
La situación es de tensión porque la presencia de militares y comerciantes enojados, forman una cadena inusual de la cotidianidad en esta parte de la frontera.
