La página número 333 del libro “Memorias de un cortesano en la Era de Trujillo”, escrito por el expresidente Joaquín Balaguer, describe, quizás, la definición de lo que fue el asesinato del periodista Orlando Martínez Howley, el 17 de marzo de 1975.
Un espacio en blanco, precedido de una promesa incumplida por Balaguer, quien había dicho que a su muerte, una persona a cargo adornaría esa página con los responsables intelectuales de aquel crimen de Estado, es el testimonio más fehaciente de 47 años de impunidad.

“Esta página se inserta en blanco. Durante muchos años permanecerá callada, pero un día hablará, para que su voz sea recogida por la historia. Callada como una tumba cuyo secreto a voces se levantará, acusador, cuando el tiempo permita levantar la losa bajo la cual permanece yacente la verdad”, reseña Balaguer en su obra, lo cual nunca fue cumplido ya que se cumplirá en julio de este año 20 años de su fallecimiento.

Orlando Martínez era un ácido crítico del régimen balaguerista, por lo que constantemente utilizaba las columnas del periódico El Nacional para lanzar sus torpedos literarios, así como la desaparecida revista “Ahora”, cuy a dirección estaba bajo su timón.

Una de esas columnas titulada: “Por qué no, doctor Balaguer”, la cual invitaba al mandatario junto a sus allegados del Gobierno a irse hacia la luna, ha sido señalada como una de las detonantes de su asesinato ya que fue escrita el 25 de febrero de 1975, veintiún días antes de su violenta muerte.

Martínez fue asesinado en las inmediaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), cuando fue emboscado por un comando de policías y militares que acabaron con su vida a tiros.

Por el crimen del periodista fueron sometidos a la justicia Salvador Lluberes Montás (Chinino), José Isidoro Martínez González y José Isidoro Martínez González; así como el cabo de la Fuerza Aérea, Mariano Durán Cabrera; Rafael Alfredo Lluberes Ricart (Lluberito), el entonces mayor del Ejército Nacional, Joaquín Antonio Pou Castro y Luis Emilio de la Rosa Beras.
Ningún autor intelectual fue acusado del crimen.

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