Ser padres de un niño o niña genio o de altas capacidades intelectuales es un grato privilegio, pero si no se cuenta con los conocimientos y el apoyo necesario este don puede traer consigo una montaña de frustraciones tanto para estos chicos como para la familia.
Román Ventura Jáquez vio en su hija cualidades excepcionales a muy temprana edad. Al punto que cuando fue promovida a segundo grado de primaria, en una escuela de Massachusetts, ya sabía leer y escribir perfectamente y dominaba las matemáticas de ese nivel.
“Cuando estaba en la primaria, en segundo, me decía papi pero me están dando todas esas cosas que ya yo me sé”, narra Jáquez en entrevista para elCaribe. Preocupado por la situación de la niña, este padre se reunió con las autoridades del centro educativo para ponderar la posibilidad de que la pequeña genio sea movida al siguiente grado.
Su intento no tuvo éxito. Sin embargo esta decepción lo condujo a convertirse en un ferviente promotor de la educación inclusiva y adaptada a estudiantes con altas capacidades tanto en su zona de influencia en Estados Unidos como en la República Dominicana.
Su hija, quien pidió la reserva de su nombre, logró graduarse, obviamente con altos honores, y junto a su padre, fundó la Academia Oportunidad y el Instituto Talentos y Prodigios, en el municipio de Bonao. En el país, es único en su clase.
El centro tiene como objetivo desarrollar el máximo potencial de estas mentes brillantes a través de programas especializados e investigaciones. Aunque su vocación es funcionar como institución de investigación y colegio, como operó en los primeros dos años de apertura, actualmente se ve limitado a ofrecer apoyo y formación extracurricular de manera gratuita a jóvenes. Esto, en aras de allanarles el camino hacia la educación superior a estos estudiantes mediante gestión de becas y la implementación de capacitaciones.
Román tiene la intención de volver a ofrecer sus servicios pedagógicos en beneficio de un número reducido y selecto de estudiantes que no pueden costear este tipo de educación. Labor que fue suspendida por las exigencias y requerimientos específicos del Ministerio de Educación que, según dice, por más que se esforzó no pudo alcanzarlos. No obstante, reconoce que subsidiar este proyecto ha resultado muy costoso para su patrimonio.
En lo adelante, se prepara para documentar su experiencia de cinco años en la formación de niños superdotados de forma estructurada y formal. Entre los desafíos que observa destaca la falta de atención y financiamiento para este segmento estudiantil.
Como padre de una hija con altas capacidades y su experiencia en las aulas, observa importantes desafíos de índole emocional en estos estudiantes.
“El primer consejo que yo le doy a los papás cuando me dicen Román, ¿cuál es el consejo que usted me da? Número uno, como padres, nunca les mientas ni les prometan nada que no vayan a cumplir, ni le metan cuentos, ni historias raras, desde chiquitos, porque son muy analíticos”.
Enfatiza en que son altamente sensibles. “Por ejemplo, si usted le miente a un niño superdotado…Tienen un radar para detectar, son un detector de mentiras de primera categoría”, dice.
Concluye en que los padres con niños superdotados deben estar entrenados en cómo lidiar con su realidad. De lo contrario, estos menores podrían verse afectados en lo emocional y en el desarrollo de su potencial.
En el ámbito formativo, agrega que estos estudiantes aprenden a una velocidad más avanzada que la del resto del salón. “Entonces, al tiempo que eso va sucediendo, se dan ciertos fenómenos de hipersensibilidad”, subraya.
Además de aprender más rápido, estos chicos pueden conceptualizar de forma profunda, añade.
En lo social, nota que estos estudiantes pueden llegar a ser etiquetados y a ser vistos como “raros”, incluso a sufrir bullying o burlas. Sostiene que muchos de ellos sienten más interés en leer un libro que en jugar.
“Cuando usted está lidiando con un niño con discapacidad que tiene problemas mentales o locomotores, el papá sabe lo que está lidiando y está preparado y sabe hasta dónde llegan las cosas. Con los niños superdotados, usted no lo sabe”, reflexiona.