Santiago. El Día de las Madres se vivió este domingo con una mezcla de nostalgia, amor y profundo respeto y es que desde muy temprano, cientos de personas acudieron a los cementerios del municipio para rendir homenaje a sus madres fallecidas, lo que reafirma una tradición que, lejos de apagarse, se fortalece con los años.
Con flores en las manos, velones encendidos y una oración en los labios, hijos y nietos se acercaron a las tumbas como quien busca un abrazo en la distancia, como quien conversa con el alma de quien le dio la vida, en el silencio de los cementerios solo era interrumpido por susurros de agradecimiento, lágrimas contenidas y promesas de amor eterno.
“Vengo cada año, porque este es mi regalo para ella. Ya no puedo abrazarla ni escuchar su voz, pero siento que aquí, en su tumba, puedo decirle cuánto la amo”, expresó entre lágrimas Ana Peña.