Santiago. Una gran cantidad de niños y adolescentes en el distrito municipal Santiago Oeste deambulan por las calles sin nunca haber pisado un aula escolar.

La gran mayoría enfrentan un común denominador como problema, y es que no han sido declarados ante la Junta Central Electoral, mientras otros son víctimas del descuido de sus padres.

De acuerdo a los datos recabados, al menos 10 niños y varios adultos se ven con dificultad de acudir a la escuela por falta del documento que debe otorgar el organismo. Esta situación aumenta la vulnerabilidad a la que son expuestos.

Jenny Pérez es una jovencita con cuatro hermanos, y es madre y no ha podido declarar a su hija por falta de documento de identidad. Ninguno de sus hermanos estudia por no estar declarados.

Otro jovencito de 15 años cursa el primero de bachillerato, su papá trabaja y no tiene tiempo de dar seguimiento a sus estudios, en el centro donde iniciaría la secundaria no lo aceptaron sin la representación de sus padres o un tutor.

En el caso de Elizabeth, una mujer de 34 años de edad y madre de dos niños de ocho y 13 años, trabaja como doméstica en una casa, nunca pudo estudiar, sus hijos tampoco son aceptados en un centro educativo por la misma razón.

Situación recurrente

Un niño de ocho años cuenta su historia y dice que no puede acudir a la escuela debido a que sus padres nunca lo han llevado. El menor vive en extrema pobreza, añadido al descuido de sus progenitores, que no se han ocupado de hacer diligencias para que pueda alfabetizarse.

Algunos deambulan por las calles de Cienfuegos, mientras sus padres trabajan en zona franca.
“No sabe si tiene acta de nacimiento, lo cierto es que pasa los días solo con sus hermanitos, y a su padre casi nunca lo ve”, expresa uno de los vecinos en la comunidad.

Uno de los menores dice que es por falta de uniforme que no estudia, un vecino asegura que sus padres son descuidados.

Cienfuegos estadísticamente es uno de los sectores más vulnerables, donde cientos de familias viven en extrema pobreza y donde residen personas que llegan desde comunidades apartadas del país, una gran parte del sur profundo.

Pablo Ureña, pastor evangélico y director del programa Niños con una Esperanza, explica que la entidad desde hace años viene acogiendo a decenas de infantes que viven en situaciones precarias y vulnerabilidad de esta demarcación.

Apoyo de programa para buscar cupos escuelas

El pastor Ureña considera necesario ampliar las políticas gubernamentales, debido a las escasas condiciones del programa.
“Son muchos los jóvenes y niños que necesitan ayudas, asistencia, y ser reconocidos por la sociedad, pero no tenemos cupo, espacio ni condiciones para todos”, explicó.
La semana pasada, el programa que dirige el religioso acogió un menor y abrió un cupo para que pueda estudiar.

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