La Vega. La tradición familiar del negocio de roquetes y hojaldras pasa de mano en mano en la comunidad San Miguel del distrito municipal de Santo Cerro.
Al menos 15 microempresas familiares sobreviven de la fabricación de estos productos hechos a base a fécula de maíz y de otros ingredientes procesados de forma artesanal.
En una rancheta con un pequeño horno rudimentario, Domingo Reyes fabrica los roquetes. Recuerda que ese mismo horno lo utilizó su padre Félix Antonio Reyes y sirvió para levantar a toda la familia y aún da comida a las nuevas generaciones. En el pequeño negocio trabajan otras seis personas, en su mayoría parientes y residentes. Desde la esposa y los hijos se entregan a la labor diaria. Por día, el negocio de Domingo Reyes puede fabricar entre 30 y 40 bandejas, tanto de roquetes como de hojaldras, que luego son envueltas en fundas plásticas y ofertadas en el mercado local.
Identidad
“En total en un día podemos hacer 600 funditas de ambos productos. Lo importante es que hemos hecho de esto una verdadera tradición que viene de nuestros abuelos y padres”, expresó Reyes. En tanto que Manuel Valdez se desenvuelve moviendo la melaza que utilizan para la fabricación de la hojaldra. Su labor consiste en combinar el agua saborizada que se mezcla con la fécula de maíz, y la harina de trigo mas otros ingredientes para lograr la presentación del producto.
“Esto lo hacían mis ancestros y es bueno mantener esta tradición de años. Aquí prácticamente todas las familias vivimos de este tipo de negocios”, puntualiza Manuel Valdez. Los veganos han demostrado que aman sus tradiciones y lo muestran a través de las actividades religiosas con la que profesan su fe, con su colorido y alegre carnaval y otras tradiciones que la identifican como una ciudad culta y olímpica.
Familias se integran para mantener tradición
Aunque su mayor volumen de ventas se produce durante las festividades del día de Las Mercedes, ambas mercancías son comercializadas en algunos puntos de La Vega. Esto le ha dado identidad a una comunidad que por largos años ha sobrevivido de la venta de la producción de los roquetes que también se venden en las autopistas y avenidas del Cibao Central.
