Los amigos imaginarios pueden ser beneficiosos porque en muchos casos pueden ser una salida para expresar pensamientos y sentimientos de manera segura (Imagen Ilustrativa Infobae)

El mundo de la infancia está plagado de personajes, ensueños y relatos fantásticos que son parte de su constitución subjetiva. La idea del ángel de la guarda está presente en muchas tradiciones religiosas y culturas. Se refiere a la creencia de que cada persona tiene un ser celestial o entidad protectora que vela por su bienestar y seguridad. Para algunos niños, el concepto del ángel de la guarda puede ser reconfortante, ofreciendo una sensación de seguridad y ap oyo en momentos difíciles

“Cuando me iba a dormir, sólo ocupaba la mitad de la cama, dejando lugar para mi ángel de la guarda, para que durmiera al lado mío y yo recapitulaba el día, que siempre era catastrófico, porque yo hacía, según decían, muchas travesuras, aunque no sabía cómo las hacía ni por qué”, relata la psicoanalista Francoise Dolto en el libro “Enfances”, editado con la preguntas que le realizaba su hija Catherine Dolto en 1968.

Los amigos imaginarios pueden ser beneficiosos porque en muchos casos pueden ser una salida para expresar pensamientos y sentimientos de manera segura (Imagen Ilustrativa Infobae)

El amigo imaginario es otro recurso psíquico que utilizan muchos niños y niñas para gestionar emociones, practicar habilidades sociales, encontrar consuelo y también para lograr cumplir de algún modo deseos prohibidos.

La película Pinocho es un claro ejemplo de esto último. La parte donde los niños son llevados en el carro del cochero para visitar la Isla de los juegos, un lugar donde pueden hacer lo que quieran sin adultos que puedan retarlos. Allí pueden comer lo que quieran, pelear, fumar y hasta beber cerveza, y hacer todo tipo de cosas que los adultos no les permitirían jamás. Estos anhelos, entre otros, son propios de la infancia y muchas veces los cumplen los amigos imaginarios.

Para algunos niños, el concepto del ángel de la guarda puede ser reconfortante, ofreciendo una sensación de seguridad y apoyo antes de irse a dormir (Imagen Ilustrativa Infobae)Para algunos niños, el concepto del ángel de la guarda puede ser reconfortante, ofreciendo una sensación de seguridad y apoyo antes de irse a dormir (Imagen Ilustrativa Infobae)

La definición más utilizada acerca del o los amigos imaginarios es la Svendsen (1934) quien consideró que se trata de “un personaje invisible, nombrado y referido en conversaciones con otras personas, con el cual el niño juega directamente o por lo menos durante algunos meses, que tiene un aire de realidad para el niño, pero no posee aparentemente ninguna base objetiva”.

Es común observar a los niños pequeños manteniendo conversaciones o dando órdenes a un ser imaginario y cuando les preguntamos, pueden decirnos su nombre y algunas características del o los personajes. Recuerdo muchos pacientitos con amigos imaginarios que cumplían sus deseos más extravagantes, como viajar solos en barco, colgarse de una nube o manejar un camión. Algunos llevan nombres raros y otros comunes y corrientes. He descubierto que lo que más les importa a la hora de nombrarlos es la musicalidad del nombre, más que otra cosa. Algunos niños y niñas tienen grupos de amigos imaginarios y otros solo uno. A veces cambian de amigo y ante la pregunta de dónde está el anterior pueden decir que se fue o está de viaje. Los niños saben que estos amigos son intercambiables como los juguetes y que cumplen la función de auxiliar al yo en desarrollo.

Desde que Donald Woods Winnicott lo conceptualizó sabemos que parte de la simbolización del ser humano es lo transicional. Los niños necesitan de los objetos transicionales, el peluche, una mantita o algún otro objeto, como intermediarios entre el yo y los otros, y el yo y el mundo, para poder representar y dar sentido a sus múltiples experiencias. Casas (1999) compara el amigo imaginario con el objeto transicional descrito por Winnicott.

El amigo imaginario es un recurso psíquico que utilizan muchos niños y niñas para gestionar emociones, practicar habilidades sociales, encontrar consuelo y también para lograr cumplir deseos prohibidos 
(Getty)El amigo imaginario es un recurso psíquico que utilizan muchos niños y niñas para gestionar emociones, practicar habilidades sociales, encontrar consuelo y también para lograr cumplir deseos prohibidos (Getty)

El amigo imaginario acompaña a los niños en momentos de soledad, por ejemplo, no aparece cuando disfruta el juego con otros niños o dentro de la escuela. Surge en momentos donde los niños necesitan elaborar algo, hacer frente a algunas experiencias confusas y son una manera de transicionar, las verdades de manera lúdica, haciendo una especie de gambeteada a la angustia.

La doctora Karen Majors, psicóloga educativa y su equipo de Psicología Educativa Infantil de la Sociedad Británica de Psicología recopiló 265 cuestionarios de padres sobre los amigos imaginarios de sus hijos.

La gran mayoría de los padres (88 por ciento) respondieron que no creían que fuera una desventaja para su hijo tener un amigo imaginario. También pudieron observar que las principales razones para tenerlos eran el apoyo al juego de fantasía y como compañeros de juego.

Los padres también relataron cómo los amigos imaginarios ayudaron a sus hijos a procesar y afrontar diversos acontecimientos de su vida, como separaciones, divorcios, mudanzas, pérdidas, etc.

Los amigos imaginarios pueden ayudar a los hijos a procesar y afrontar diversos acontecimientos difíciles de sus vidasLos amigos imaginarios pueden ayudar a los hijos a procesar y afrontar diversos acontecimientos difíciles de sus vidas

Los niños más pequeños utilizaron también la relación con los amigos imaginarios para probar las reacciones de sus padres ante comportamientos que podrían ser desaprobados, ayudándoles así a aprender a regular su comportamiento, por ejemplo, contando que el amigo imaginario había roto un juguete o volcado el jugo.

En septiembre del año pasado el cantautor Nahuel Pennisi contó en el programa “PH: Podemos Hablar”, una historia sobre su niñez, la cual atravesó con “cinco amigos imaginarios”, quienes lo guiaron y acompañaron. “A los dos años tuve un sueño revelador: yo estaba corriendo y de repente me encontraba en una de esas carretillas de albañil, y de adentro de la rueda salió un personaje que desde ese momento se instaló conmigo, me dijo que me iba a acompañar y que iba a ser mi amigo, y se presentó con el nombre ‘Barató’”.”Me desperté muy asustado y al tiempo me di cuenta de que se sumaron más amigos y llegaron a cinco. Eran independientes, pero entre ellos se relacionaban”, continuó. “Sus nombres eran ‘Barató’, ‘Azul’, ‘Pelotín’, ‘Alelush’ y ‘Plecá’, mis cinco guías”, definió Pennisi asegurando que lo ayudaron a tomar riesgos que de otra forma quizá no hubiese logrado. Sus amigos imaginarios lo acompañaron de los 2 a los 9 años.

La presencia de amigos imaginarios puede ser beneficiosa, no sólo porque forma parte, de la construcción de subjetividad sino porque además proporcionan, en muchos casos, una salida para expresar pensamientos y sentimientos de manera segura. También puede ayudarlos a desarrollar habilidades sociales y a manejar situaciones emocionales, como también a tomar coraje para llevar adelante algunas aventuras.

El amigo imaginario acompaña a los niños en momentos de soledad, por ejemplo, no aparece cuando disfruta el juego con otros niños o dentro de la escuela (Getty)El amigo imaginario acompaña a los niños en momentos de soledad, por ejemplo, no aparece cuando disfruta el juego con otros niños o dentro de la escuela (Getty)

Los amigos imaginarios son la voz interior, los deseos del sujeto infantil que chocan contra las defensas y encuentran este atajo para cumplirse. Los amigos imaginarios funcionan como el alter ego del niño. Freud pensaba en el yo como una colección de distintos estados de conciencia, cada uno con sus propias cualidades y rasgos. Estos “otros yo” imaginarios son identidades basadas en rasgos ya existentes del ser. La construcción de estas identidades es un recurso. Ese otro ego puede encargarse de hacer muchas de las cosas que el yo no haría y con ello potenciar algunas áreas emocionales.

Es importante destacar que los niños y niñas saben que sus amigos imaginarios no son reales, por ello no es necesario insistir en que no existen, porque podría provocar que se retraigan u oculten sentimientos que expresan a través de ellos. No los ven, como ocurren en estados patológicos, los imaginan.

Es importante tener en cuenta que si los amigos imaginarios o creencias como el ángel de la guarda u otros seres interfieren significativamente con la vida diaria del niño o si hay signos de malestar emocional, angustia o temor es necesario buscar ayuda de profesionales de la salud mental.

* Sonia Almada es Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.

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