La decisión de hoy de la Junta Central Electoral, de suspender las elecciones municipales a nivel nacional, con apenas cuatro horas y media de la convocatoria oficial, pudo haberse evitado, por cuanto la propia Junta, en la persona de su presidente, el doctor Julio Cèsar Castaños Guzmàn informó al país que desde la noche del sábado 15 se habían detectado fallas técnicas masivas en las máquinas para el voto automatizado.
La anunciada suspensión electoral ha constituido un hecho inédito en la historia electoral dominicana y un atentado contra la democracia que ha costado tanta sangre y sacrificio a este pueblo.
Esta situación genera una crisis sin precedentes que convoca al liderazgo político nacional y a la sociedad en general a estar alertas ante las impredecibles consecuencias que pudieran devenir, de no empeñarse a fondo las autoridades electorales en realizar las investigaciones procedentes, mediante los mecanismos institucionales establecidos, de cara a la opinión pública nacional e internacional.
Todo evidencia, a primera vista, que la situación que ha vivido la sociedad dominicana en este día, tiene sus raíces sembradas por manos injerencistas de hegemonías imperiales, por sectores sediciosos que les son obedientes y que en su ambición de poder, se vuelven capaces de secuestrar la democracia, de irrespetar la voluntad popular y de crear un clima de ingobernabilidad, para incidentar el clima de progreso, desarrollo y de paz que vive la República Dominicana.
Ni el gobierno del presidente Danilo Medina ni el partido de gobierno tienen ninguna razón para pretender alterar este proceso electoral; sus cuentas en la preferencia del electorado están claras y sus candidatos son potables, por lo que, las insinuadas acusaciones de fraude que profieren algunos sectores derrotados no tienen cabida.
Hacemos un llamado al liderazgo político sensato, a los sectores sociales y al pueblo dominicano, a estar alertas y vigilantes como guardianes de nuestra democracia, garantías de la institucionalidad.
