450 cartas que acaban en una boda

La primera carta, sin remite, dirigida al penal de mujeres de Wad-ras (Barcelona), fue una llamada de socorro. “Estaba muy deprimido, pensaba en terminar con todo”. Héctor Luis López, argentino, cumplía 11 años…

La primera carta, sin remite, dirigida al penal de mujeres de Wad-ras (Barcelona), fue una llamada de socorro. “Estaba muy deprimido, pensaba en terminar con todo”. Héctor Luis López, argentino, cumplía 11 años de cárcel en La Modelo por tráfico de drogas (la traía en una maleta desde Buenos Aires). Su compañero, Alí, le animó a escribir a la cárcel en la que estaba su novia para cartearse con alguien. Y la novia de Alí animó a su vez a María López, que cumplía 13 años por pasar droga en un bar, a hacer caso a aquel argentino que se sentía solo. “Le di permiso para que le diera mi nombre, y en noviembre de 2008 me llegó la primera carta de Héctor. Decía: ‘Me gustaría cartearme con usted. No se asuste, pero soy muy grande, peso 95 kilos y mido 1,90. Mis compañeros dicen que me parezco a George Clooney”, recuerda María. En total intercambiaron 450 cartas. Cuando ella recibió la primera no sabía ni leer ni escribir —aprendió en prisión— y era su amiga quien leía y escribía por ella. “Nos reímos mucho con lo de George Clooney. ¡Y yo Angelina Jolie!, dije”. En diciembre cumplirán su primer aniversario de boda.

María, que mide 1,50, se casó con su gigante poco después de salir en libertad. Su historia había empezado como otros carteos entre presos “por tener una amistad, una distracción, algo”, pero se engancharon. “Algunas semanas tenía cuatro cartas”, recuerda. “Al principio yo escribía menos porque dependía de la otra chica. Aprendí a escribir y leer en la escuela de la prisión. Cuando entré no sabía ni poner mi nombre”. La intimidad —hasta que aprendió a leer, sus misivas se leían en voz alta en el penal— fue la mejor motivación.

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