76 años después

Ayer la Policía Nacional conmemoró su fundación, hace 76 años. Como muchas de las instituciones, es una herencia de la…

Ayer la Policía Nacional conmemoró su fundación, hace 76 años. Como muchas de las instituciones, es una herencia de la “Era de Trujillo”, y como tal, se formó bajo el mando y la disciplina del garrote que caracterizó la tiranía.

Ajusticiado Rafael Trujillo, la Policía heredó su cultura y con ella sus métodos de fuerza. Sólo durante el efímero régimen constitucional de Juan Bosch, se morigeró, a tono con el nuevo pensamiento del estadista.

Pasado ese período, quedaría de nuevo al servicio de la represión más brutal. El Triunvirato y los gobiernos sucesivos. La violencia policial llegó al clímax durante la administración de los 12 años de Balaguer. No sólo era represiva, sino política, bajo el influjo de la guerra fría y al servicio del gobierno imperante. La cacería contra la generación democrática que sobrevivió la Guerra de Abril fue altamente protagonizada por la Policía.

Sólo a partir de 1978, cuando el PRD toma el poder, y el país se libera del gobierno de Joaquín Balaguer, la Policía empieza a actuar con alguna moderación, pero siempre bajo el mismo sino. Los métodos trujillistas persistirían, ya en los gobiernos del PRD, o luego, durante los 8 años de Balaguer o durante la administración del PLD.

En todos los tiempos, el proceder policial también ha estado muy marcado por la corrupción.

Pero era y es el cuerpo “del orden”, de la seguridad ciudadana y pública, rol que le reconocen los buenos policías y los ciudadanos que creen que pese a todo, siempre será necesario un cuerpo civil que encare la delincuencia, el crimen organizado y toda suerte de delitos.

Pero sigue siendo una institución punitiva y no preventiva, que debe cambiar, en atención a las corrientes que plantean la necesidad de un nuevo enfoque en la investigación, a mano con el Ministerio Público y los demás organismos anticrimen, acorde con un programa de profilaxis, formación, recursos humanos y económicos suficientes para enfrentar las cada vez más burdas y sofisticadas redes criminales.

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