¿Afecta la eyaculación precoz a la pareja?

Este es uno de los trastornos más comunes y motivo frecuente de consulta.  La eyaculación precoz es una condición en la que el hombre es incapaz de ejercer un control voluntario sobre su reflejo…

Este es uno de los trastornos más comunes y motivo frecuente de consulta.  La eyaculación precoz es una condición en la que el hombre es incapaz de ejercer un control voluntario sobre su reflejo eyaculador y como consecuencia una vez que alcanza altos niveles de excitación  llega con mucha rapidez al orgasmo, tanto si lo desea como si no.

A diferencia de ejercer el control voluntario natural relajado, con el que cuentan los hombres que no padecen este trastorno, que les permite continuar disfrutando del coito mientras se encuentran en un alto nivel de excitación, hasta que desee eyacular; el eyaculador precoz con frecuencia lucha por no eyacular rápido, lo que puede generarle mucha tensión, privándolo del placer del encuentro sexual y estropearlo también para su pareja.

Dos versiones

El hecho de eyacular precozmente no implica necesariamente un problema para todos los hombres que la padecen ni para sus parejas, algunos pueden aceptar su falta de control y no permitir que afecte su relación sexual. De igual forma algunas mujeres pueden aceptarlo y disfrutar de otras prácticas sexuales placenteras que no implican penetración como: las caricias, besos o la estimulación manual u oral, resultando esta última muy satisfactoria para muchas, pues en muchos casos el orgasmo conseguido a través de ella resulta más placentero que el obtenido mediante la penetración.

En cambio, hay parejas a las que la presencia de esta disfunción puede afectarles profundamente su relación. Frecuentemente el hombre experimenta sentimientos de fracaso cuando eyacula involuntariamente, y esto puede llegar a convertirse en una fuente de aflicción que lo afecte no tan solo a el, sino también a su compañera.

¿Una conducta adquirida?

Pocas veces el origen de la disfunción es orgánico, siendo frecuente que se trate de una conducta adquirida tras encuentros sexuales bajo fuerte ansiedad, ya sea porque los primeros encuentros sexuales tenían que ser de poca duración, porque se disponía de corto tiempo o por el temor a ser sorprendido. Cabe destacar que determinadas anomalías congénitas como las del tracto urinario y la médula espinal pueden originar dificultades para controlar la eyaculación. Entre las causas orgánicas se encuentran enfermedades como la prostatitis o la esclerosis múltiple.

Final feliz

La resolución de este trastorno mediante la terapia sexual es rápida y de buen pronóstico. Aunque el primer paso es que el hombre sea conciente de que su falta de control no es algo que vaya a poder solucionar por sí mismo, y de que la solución no es que se concentre en otra cosa durante el coito (Ej. Problemas del trabajo, el juego de pelota, deudas…), o que no reciba mucha o ninguna estimulación antes de la penetración. Va a depender de su disposición y compromiso con el proceso terapéutico, pero sobretodo de la colaboración y comprensión de su pareja.

Puntos negativos

Como consecuencia de este trastorno se puede ver afectada la erección, disminuir el deseo o el interés sexual, al sentir que no se complace  a la pareja. Además, afecta la autoestima, estado de ánimo, y en casos más graves, se evitan las relaciones sexuales, ya que el fracaso eyaculatorio recurrente puede generar frustración tanto para el hombre como la mujer.


Por Margaret Almánzar Psicóloga Clínica y Terapeuta de parejas y Sexóloga Centro vida y familia.

Foto: varuna.

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