Alarma sanitaria

La identificación de lo que podría ser el primer caso de microcefalia en la República Dominicana ha disparado las alarmas del Sistema Nacional de Salud, ya estresado a fuerza del embate del dengue, la chikungunya y el zika. Es el primero, pero…

La identificación de lo que podría ser el primer caso de microcefalia en la República Dominicana ha disparado las alarmas del Sistema Nacional de Salud, ya estresado a fuerza del embate del dengue, la chikungunya y el zika. Es el primero, pero aparentemente no estaba entre los 536 casos registrados de mujeres embarazadas que sufrieron picaduras del Aedes aegypti, el mosquito devastador de la salud de cientos de miles de personas en las zonas tropicales del mundo, que esta vez ha llegado tan lejos como zonas cercanas del norte de los Estados Unidos, lo que ha obligado a esa nación a prestarle mayor atención a las enfermedades que transmite.

Si consideramos que ya el gobierno nacional dispuso de más de mil millones de pesos para encarar las causas generadoras de la presencia del mosquito, las seis jornadas nacionales contra el mismo y el involucramiento de miles de empleados públicos en las mismas, hay que entender que estamos ante una emergencia sanitaria no reconocida.

Todo eso sin valorar que a consecuencia de las picaduras del Aedes aegypti o a factores asociados al mismo, han fallecido diecisiete personas por el síndrome de Guillain Barré (SGB) y 22 por dengue. Habría que agregar que desde 2015 las autoridades han registrado 3,771 casos sospechosos de zika, entre ellos las 536 embarazadas; 167 casos de SGB y 4,671 de probables casos de dengue.

Todo el dinero que se invierte en las campañas para la eliminación de los focos de multiplicación del agente y los esfuerzos de las campañas auspiciadas por las autoridades, no serán suficientes para encarar el problema a fondo.

Hay que insistir, como se advertía ayer en este diario, en un trabajo de María Teresa Morel, sobre la necesidad de eliminar los causales vinculados a la mala disposición de los desechos, a la falta de saneamiento de los territorios, a la degradación de los ríos y las aguas, y la falta de entendimiento nacional acerca de la importancia de contribuir, con buenos modales a evitar estas lamentables situaciones que nos alarman.

Es un círculo vicioso del que no vamos a salir hasta que no lo entendamos todos, incluidos nuestros queridos inmigrantes.

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