De alcaldes y cementerios

miguel [email protected] / @guerreromigueleEn este país no se respetan ni los muertos. Por el interior del  Cristo Redentor, ¡créalo! pasa una línea de concho y autobuses, autorizada por el Ayuntamiento. Deudos acongojados…

miguel guerrero
[email protected] / @guerreromiguele
En este país no se respetan ni los muertos. Por el interior del  Cristo Redentor, ¡créalo! pasa una línea de concho y autobuses, autorizada por el Ayuntamiento. Deudos acongojados e impotentes se han acercado a esta columna para denunciar que en ese cementerio se roban las tumbas de sus familiares. Cierta o no, la queja exige una investigación seria y sin dilaciones de las autoridades municipales, para devolverles el sosiego a muchas familias que pasan por tan terrible trance.
El problema consiste no en el hurto de féretros con los restos de personas fallecidas. El caso pudiera ser peor. Se ha permitido el enterramiento de cadáveres en fosas donde reposan otros cuerpos, de familias sin vinculación alguna. Fue este el caso denunciado hace dos años por alguien que desesperado acudió a los medios para denunciar que el cadáver de un extraño había sido sepultado en la misma fosa donde reposan los restos de su madre. Su caso no es el único. Se entiende que por esta experiencia lastimosa han pasado muchos otros ciudadanos.
Desde hace mucho tiempo se sabe que los cementerios no son lugares seguros y que personas que merodean y se la buscan por allí, como se dice popularmente, sustraen las flores de las tumbas para revenderlas a otros dolientes, lo que se ha convertido en un negocio diario, no sólo en el Cristo Redentor sino en  casi todos los cementerios públicos. Pero una cosa es que se incurra en esa práctica, por cierto condenable, y otra es que se permita el entierro de una persona sobre la tumba de otra, sin la autorización de los familiares de esta última. El caso es insólito y dice muy poco del respeto que ciertas autoridades tienen sobre el dolor que produce la muerte de un familiar cercano. La frase “que descanse en paz”, con la que se  suele enterrar a los muertos, al parecer no se cumple en la República Dominicana.
¿Para eso escogemos cada cuatro años alcaldes y regidores? l

Se ha permitido el enterramiento de cadáveres en fosas donde reposan otros cuerpos, de familias sin vinculación alguna”.

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