América lo celebra

Después de un largo proceso de negociaciones, cerca de cuatro años, el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) formalizaron ayer el alto el fuego definitivo que incluye la deposición&#8230

Después de un largo proceso de negociaciones, cerca de cuatro años, el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) formalizaron ayer el alto el fuego definitivo que incluye la deposición de las armas, en la ruta final hacia la firma de un acuerdo de paz.

El acontecimiento histórico alegra a América, pero esencialmente a la mayoría de los colombianos que acogen la paz negociada y no a la imposición imposible de las Fuerzas Armadas sobre los insurgentes.

El cese al fuego debe ser seguido de la desmovilización y la dejación de las armas, en un plazo de 180 días. En un período extremadamente delicado, durante el cual las partes deben hacer lo necesario para cumplir lo que resta, y evitar retrocesos.

Las partes están muy conscientes de que así como una mayoría de colombianos suscribe la paz mediante la negociación, otra buena parte vive frisada en el resentimiento. Fue un largo enfrentamiento durante cincuenta años, en los cuales 220,000 colombianos han muerto, miles desaparecidos, y millones de víctimas heridas o desplazadas de sus lugares de origen.

Está de más resaltar el papel del presidente Santos, quien combatió la guerrilla, un confeso conservador que sin embargo entendió que el camino menos doloroso para la solución del conflicto era el diálogo y la negociación.

Igual hay que reconocer a los jefes de las FARC que entendieron que el mundo cambió y no hay camino para la violencia como opción de cambio hacia una “nueva sociedad”.

Estados Unidos, en la persona del presidente Barack Obama, igual debe ser reconocido por su apoyo y colaboración a la política de Santos. Lo mismo habría que decir del respaldo de Cuba, que fue el escenario de diálogo. Era lo menos que podía hacer, por sus vínculos con las FARC y su papel en el conflicto.

Colombia ha pagado muy cara la historia de la injusticia social y económica. La negociación entre el gobierno y las FARC es otra oportunidad para continuar trabajando por el progreso y la justicia en ese país.

América lo celebra.

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