Desde que una criatura está en el vientre de la madre hay un cuidado especial de parte de los padres que anhelan que su bebé nazca sano y fuerte.
Luego del nacimiento vienen noches de desvelo y los esfuerzos para su sustento son cada día mayores.
Todavía los hijos son adultos y los progenitores se preocupan por ellos. De ahí que debe haber un eterno agradecimiento a quienes con tanto empeño y dedicación nos dieron la formación que hoy tenemos.
Sin embargo, no siempre es así, algunos hijos son una bendición, pero otros un dolor de cabeza.
Ya lo dijo el sabio Salomón en Proverbios 10:1 “El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre”.
Este año ocúpate en ser más atento con tus viejos que te dieron el ser y ayúdalos a terminar felices el resto de sus días.
