Apoyo al Cardenal

Apesar de ser católica, son pocas las ocasiones en las que he coincidido con las posiciones asumidas por el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.  En la mayoría de los casos he tenido profundas diferencias con sus planteamientos y a nivel&#823

Apesar de ser católica, son pocas las ocasiones en las que he coincidido con las posiciones asumidas por el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.  En la mayoría de los casos he tenido profundas diferencias con sus planteamientos y a nivel personal ni siquiera lo he tratado, por lo que no tengo razones espurias o interesadas para defenderlo.

Sin embargo, en esta ocasión en que el Cardenal se ha convertido en protagonista en el escenario de la opinión pública por sus duras críticas al sacerdote jesuita Mario Serrano, respaldo absolutamente lo expresado por él y entiendo que hizo un acto responsable de defensa a la soberanía de la República Dominicana como pocos funcionarios, llamados a ello justamente por sus funciones, han tenido la capacidad y los pantalones de hacer.

Es cierto, como dijo el Cardenal, que no hay país alguno que haya sido más solidario con Haití que el nuestro. Ni Estados Unidos, Canadá, Francia, Venezuela, España y otros que se han denominado “Club de amigos de Haití” y que, por demás predican moral en calzoncillos rotos pues se caracterizan por abusivas deportaciones de ilegales de sus territorios, han hecho por el pueblo haitiano todo lo que ha hecho el Gobierno, las empresas y los dominicanos en general.

Con los haitianos hemos sido tan flexibles que aún ante amenazas contra nuestro derecho a la salud fuimos incapaces de tomar necesarias medidas como el cierre total de la frontera cuando desató el brote de cólera. Hemos permitido por demasiado tiempo una enorme cuota de ilegales haitianos, la mayoría de los cuales ha recibido en nuestro país educación, atenciones médicas y empleos.

Les hemos construido universidades, promovido donaciones, participado activamente en la reconstrucción tras el terremoto y mucho más, lo que muestra una triste paradoja: el país al que algunos llaman xenófobo y racista es justamente el que más ha ayudado al vecino.

Los haitianos tienen décadas viviendo en condiciones infrahumanas en su país y la comunidad internacional no ha tenido iniciativas serias para colaborar. Y esa misma comunidad internacional irresponsable es la que nos pone en el banquillo de los acusados y nos toma como tontos útiles porque por mucho tiempo nos dejamos tomar.

Por eso es justo ya que personas como el Cardenal asuman una posición de carácter y ojala muchos más se sumen a esta actitud patriótica y valiente de decir a nuestros acusadores que ya está bueno de chantaje. l

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