Armas en las almas

Algunas voces solicitan dejar sin efecto la prohibición de importar armas de fuego (decreto 309-06).

Algunas voces solicitan dejar sin efecto la prohibición de importar armas de fuego (decreto 309-06). Alegan que la disposición es ineficaz, pues los malhechores siempre buscan la manera de adquirirlas mediante métodos fraudulentos. Afirman que la norma propició el surgimiento de un amplio mercado negro en perjuicio de las armerías establecidas, que abastece de armas ilegales a todo aquel que tenga dinero para comprarlas. Estábamos en una tertulia. Me asombró la pasión que abrazaron varios amigos, incluso pacíficos y decentes, cuando se refirieron al tema. Se oponían al decreto. Y conversaron como si estuviéramos en guerra. Recuerdo que alguien evocó a Maquiavelo y exclamó: “Todos los profetas armados han triunfado; todos los desarmados han perecido”. Tenía armas en el alma.

 Le contesté que parece que olvidaba a Jesús y a Gandhi (alguien me interrumpió diciendo que los mataron porque ni un cuchillito tenían) y seguimos discutiendo, como solemos hacerlo, sin llegar a conclusión alguna.

Para muchos tener un arma de fuego es sinónimo de prestigio social. Si alguien se saca la lotería o recibe unos chelitos por ahí, lo primero que adquiere es una pistola o un revólver, aunque no tenga luego qué comer o no pueda pagar la educación de sus hijos.

También la mejor muestra de que se está en el poder es llevar un arma al cinto, y exponerla como un trofeo. Un político desarmado está en malas, carece de fuerza. Es más, he visto casos de personas que se mudan de partido político a cambio de uno de estos instrumentos.

Otros prefieren que en su trabajo les asignen un arma a que les aumenten el salario. Con un aparato así, se sienten “más hombres” y juran que hasta más novias pueden conseguir. Con las armas de fuego se hacen transacciones, como si fuera dinero. Hace años hice un contrato de venta de una motocicleta y el vendedor quería recibir una pistola como pago.

Este amor por las armas nos causa serios inconvenientes, especialmente porque son pocos los que reúnen las condiciones para portarlas. Por ello, muchos reclaman mayor control de las armas en la población. Casi a diario una familia se enluta por el uso irresponsable de un arma. Además, tenerla no implica mayor seguridad personal. Según las estadísticas, el que posee una tiene más posibilidades de encontrarse un problema, incluso morir, que alguien que no la use.

Que se prohíba o no la importación de armas de fuego es un asunto secundario. Lo trascendente es su regulación y el uso que la ciudadanía debe darle. Hay que educarnos al respecto. Y créanlo: estamos enfrentados a un asunto de vida o muerte, en especial porque cualquier delincuente pude conseguir una.

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