El arte y el pueblo

Desde sus orígenes, el arte ha servido como un medio para la expresión, siendo así, lo más sensato es que quienes tienen en sus manos las herramientas para crear, puedan convertirse en las voces que, a través de imágenes, clamen a los cuatro…

Desde sus orígenes, el arte ha servido como un medio para la expresión, siendo así, lo más sensato es que quienes tienen en sus manos las herramientas para crear, puedan convertirse en las voces que, a través de imágenes, clamen a los cuatro vientos las necesidades de su entorno.

Los últimos meses hemos sido sujetos receptores de un sin número de propagandas políticas, dado que dentro de poco se celebrarán los comicios. Todas las ciudades están abarrotadas de afiches y, muchas de las calles y avenidas se han bloqueado para dar paso a los mítines políticos. Ahora bien, nunca hemos visto que algo parecido ocurra para promover el arte y la cultura, sino más bien para alentar al desorden y al caos.

Y, a pesar de que unos cuantos se benefician al emitir cientos y miles de afiches y panfletos, bien pudieran emplearse esos recursos para alentar a los ciudadanos a crear conciencia sobre el cuidado al medio ambiente. Los artistas bien pudieran participar promoviendo estas ideas por medio de sus obras; creando murales en las escuelas y centros públicos que incentiven el reciclaje. Asimismo, se debería educar a la población sobre el uso correcto del agua y el cuidado de nuestros afluentes.

Me apena ver que muchos artistas se sienten estancados porque no aparecen compradores para sus obras, mientras que otros logran mantenerse en el mercado por medio de relaciones, muchas veces teniendo que abaratar sus creaciones a un precio irrisorio. No existe una política definida en nuestro país que permita a los artistas vivir dignamente, más bien se les orilla a tener que buscar otros medios para la subsistencia.

Es momento de que quien sea que tome las riendas del Estado procure conducir este país por un mejor destino, ya que un pueblo ignorante no es posible que avance nunca ni alcance los estándares de calidad que su población merece. Más aún, a un pueblo inculto le resulta difícil dar un paso al frente, pues la cultura es el alma de los pueblos, es su identidad y sin su florecimiento, no lograremos el esplendor que merecemos.

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