El asunto de Vargas Llosa

Vargas Llosa escribió un artículo en el periódico El País, el 3 de noviembre de 2013, donde exponía sus criterios en relación a la decisión del Tribunal Constitucional Dominicano sobre la nacionalidad, la 168/13.

Vargas Llosa escribió un artículo en el periódico El País, el 3 de noviembre de 2013, donde exponía sus criterios en relación a la decisión del Tribunal Constitucional Dominicano sobre la nacionalidad, la 168/13.Este artículo desencadenó críticas de grupos que llegaron hasta su hijo Gonzalo, quien residía y trabajaba en el país, como representante de un capítulo o dependencia de la ONU, el cual tras manifestaciones de apoyo y rechazo fue trasladado a otro lugar.

El artículo de Vargas Llosa no critica al pueblo dominicano, ni agrede nuestra historia o tradición, ataca una decisión, desde la óptica liberal que profesa el autor, de un estamento político dominicano. Incluso cuando dice, sobre el motivo de la decisión, que esta se produjo “por el mismo (delito) de los judíos a los que Hitler privó de existencia legal antes de mandarlos a los campos de exterminio: por pertenecer a una raza despreciada”, no ha dicho nada del otro mundo, pero el término “desprecio”, en el contexto lo usa en contra de las élites que han “mal gobernado” el país, no contra los dominicanos, como nación.

En el artículo refiere su amor por nuestro país desde que nos visitó por primera vez en 1974. Y refiere nuestros avances políticos y nuestra solidaridad con el pueblo haitiano luego del terremoto de enero de 2000.

Luego el debate se aplacó, pero revivió con fuerza cuando le otorgaron el premio nacional “Pedro Henríquez Ureña”, quien siendo una cumbre intelectual, fue afectado por el “nacionalismo” argentino. “Jamás llegó a ser profesor titular de ninguna de las facultades de letras. Lo trataron tan mal como si hubiera sido argentino…”. (Sábato: Pedro Henríquez Ureña, 1964).

Ahora las posturas políticas de Vargas Llosa lo invalidan como escritor, según sus críticos dominicanos. Sobre los escritores y la política habrá que plantear dos escenarios.

El actual, donde es importante saber qué opinan, pues producen ideas y generan debates, como el caso del Nobel, en la actualidad el más influyente intelectual de la lengua española. Y, si piensa contrario a nosotros, pues lo encasillamos como “conservador”, “liberal”, “izquierdista”, “anarquista” o “chupatintas”.

Y, el escenario futuro: como será visto dentro de 50 o 100 años.
Al respecto, un ejemplo. La literatura latinoamericana de los últimos 100 años se sustenta sobre dos columnas que contienen: nuestra exuberancia, mitos, música, desparpajo, formalismos, creencias, sensualidad, academia, profundidad, universalidad, precisión. En síntesis: todo. Incluso podríamos casi no leer a nadie más y limitarnos a Borges y García Márquez. Y estos están en las antípodas del pensamiento político. Y pregunto: le importa a un conservador “pro yanqui” que García Márquez era “pro Castro”, cuando lee “Cien años de soledad”; o, el izquierdista radical que aun cree en el conflicto armado y en la revolución, acaso recuerda que Borges visitó a Pinochet en 1976, al leer “El Aleph”?

Eso mismo pasará con Vargas Llosa. Hoy importa la política, donde cada cual tiene su óptica, mañana quizás solo importante su obra.

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