Para los que tienen curiosidad de saber qué consumo yo habitualmente, me dispuse a hacer una revisión de mi alimentación diaria. Mantener un régimen alimenticio saludable en el siglo XXI es por un lado fácil, porque tenemos a la disposición todo lo que se requiere para un menú sano; pero por otro lado es difícil por la tentación de comer y beber tantas cosas atractivas y seductoras, con poco valor saludable, abstenerse de las cuales requiere de una gran motivación y fuerza de voluntad.
Es difícil resumir en una cuartilla esta auditoría. Lo escribiré en 2 entregas. En el 2013 he seguido las líneas directrices que inicié hace unos 45 años de alimentarme sanamente, desayunando cada día frutas (de acuerdo a la temporada): sandía, piña, naranja, mandarina, níspero, zapote, melón, mango, guineo, guayaba, cereza, manzana, melocotón, pera, kiwi, uvas, fresas, etc. En el almuerzo, para completar el arcoíris nutritivo, como vegetales: lechuga, rúgula, tomates, pimientos de distintos colores, brócoli, pepino, zanahoria, cebolla roja y blanca, coliflor, puerro, calabazas, calabacines, berenjena, hongos, molondrones, vainitas, espinacas, espárragos, hierbas aromáticas, etc. Estos vegetales y frutas aportan: líquido, enzimas, sabor, vitaminas, carbohidratos complejos, fibras y antioxidantes (más abundantes en los productos de más color y otros micronutrientes). Bebo jugos de frutas, con poca azúcar, en el desayuno.
Mi régimen, además de variado, es balanceado; las calorías proceden aproximadamente 25 a 30% de las grasas, de las proteínas 15% y el 55% de los carbohidratos, preferentemente de vegetales. El arroz lo como diariamente. Me gusta el queso, pero lo como ocasionalmente y en pequeña cantidad, lo mismo que el huevo. Para picar tengo a mano nueces, almendras, avellanas, pistachos, semillas de cajuil y maní. No acostumbro a comer postre y dulce solo ocasionalmente, en pequeña cantidad.
