No incidió la “buena fortuna” de ser relacionado de funcionarios o la  “mala suerte” de no haber hecho campaña por el presidente de la República.

Tampoco las trampas de personeros que maniobran para hacer del Estado fuente de privilegios para sus “agraciados”. La elección no resultó de voluntades pre determinadas.

El inescrutable azar escogió los ganadores de las obras escolares adjudicadas mediante sorteo el viernes. Matemáticamente todos los ingenieros concursantes tuvieron las mismas probabilidades de ganar o perder.

El Gobierno ha hecho una estimulante jugada de transparencia y equidad a favor de nuestros profesionales de la ingeniería. El país inicia ganando una lotería que debe concluir con un premio mayor de mano limpia total. 

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