Solucionaba mi padre el problema de competitividad con diseño físico y calidad de materia prima, que simplemente eran superbos. Talvez lo hacía al seguir mecanismos que había adoptado su familia para obtener tabaco de alta calidad para exportar hacia Holanda, pero que usó para elaborar túbanos de diferentes clases para el mercado nacional.
La elaboración de cigarros de alta calidad requiere no solo buen tabaco sino también un proceso de añejamiento que dura aproximadamente un año; es decir, de una a la siguiente cosecha.
Mi padre pignoraba en el Banco Agrícola su existencia de tabaco en proceso de envejecimiento, cuyo valor unitario, en términos financieros, era equivalente, al menos, al costo de adquisición de esa materia prima del año anterior. Esas eran las reglas del banco.
Los productos de la pignoración financiaban la siembra, cosecha, seca y enmanillado del tabaco, a agricultores que producían tabaco de los tipos requeridos para producir el gran cigarro que consiguió. Y así aprehendí las cualidades que se requieren del empresario.
Si bien los tabacaleros cibaeños tuvieron conciencia de nación durante el esperpento de retorno al seno de la madre patria que armó el infrapatriota hatero Juan Sánchez Ramírez, apoyado por los independentistas, el sureño Ciriaco Ramírez y los patriotas cibaeños, a quienes traicionó, su triunfo fue realmente una gran pérdida para la nación que recibió, resultante de la epopeya, pobreza extrema, aunque tales hechos no desanimaran a la precaria e incipiente burguesía cibaeña en sus procuras productivas.
Entretanto, mientras Santo Domingo permanecía sumido en abyecta pobreza, ni los escribidores de la historia ni los intelectuales al servicio de Santo Domingo, única ciudad culta, tenían conocimiento sobre lo que pasaba en ningún otro sitio.
Y lo que pasaba era, aunque lento, desarrollo generado por el liderazgo de los cultivadores del Cibao y del Suroeste, que podían vender los frutos de sus tierras a Haití y a los comerciantes de la costa del norte para su exportación, consecuencias de la asunción de un nuevo paradigma que incluia cambios en la tenencia de la tierra, la composición social, la economía y el liderazgo político. De esa manera coexistieron en la isla tres regímenes: una república acosada, Haití; una colonia desatendida, Santo Domingo; y un territorio ignorado, compuesto por el Cibao y el suroeste fronterizo.
Tan ignorados e independientes se apercibían los líderes del Cibao y el suroeste, que cuando Núñez de Cáceres proclamó la independencia dominicana, si no la pidieron, al menos apoyaron la anexión de la República Colombiana del Haití Español, por parte del gobierno de Boyer, a la República de Haití.