SAN JUAN. Se supone que sería la estructura más alta en el Caribe y una de las estatuas más grandes del mundo: un monumento a Cristóbal Colón en una región donde el navegante genovés no ha sido un personaje muy admirado durante años.
Sin embargo, hasta ahora, la estatua de apariencia de bronce de 92 metros y 544 toneladas parece un monumento al caos o una broma colosal.
Concebida originalmente para sobresalir en el paisaje de alguna gran ciudad estadounidense, la estatua ha tenido que ir de un lugar a otro. Ahora se encuentra desarmada mientras un empresario y el alcalde de la localidad de Arecibo tratan de erigirla finalmente, frente al Atlántico, en la costa septentrional de Puerto Rico.
Sin embargo, éste no sería el capítulo final de una especie de telenovela que dura ya 20 años. El destino final de la estatua es incierto.
Funcionarios puertorriqueños compiten ahora por llevar la obra a distintas partes de la isla como atracción turística.
El proyecto implica una larga lista de permisos, incluyendo uno de la Agencia Federal de Aviación, y la estatua inspira más críticas que admiración porque muchos grupos consideran a Colón más el precursor de un genocidio que el descubridor de un nuevo mundo.
a
