Con menos de 90 días en el poder las nuevas autoridades habrán impuesto su reforma tributaria, la décima en los últimos 10 años sin realizar un acto de contrición sobre las causas que generaron el hoyo que intentan tapar; así como sin escuchar los reclamos de la sociedad, apostando a que mientras más atropelladamente utilicen su mayoría, más rápidamente pasarán los ruidos.
Cuando se analiza lo sucedido, hay que concluir que el grado de poder que tienen nuestras autoridades, dado que controlan los tres poderes del Estado y buena parte de lo que muchos denominan como cuarto poder, esto es la prensa, hace que valoren poco lo que los ciudadanos piensan, sobre todo porque se sienten seguras de que sus inconformidades no pasan de ser simples quejas.
Este nuevo aumento de impuestos no solo se hizo sin verdadero ánimo de consulta como quedó evidenciado con lo acontecido en el Consejo Económico y Social; sino que se efectuó teniendo como única mira los intereses de las nuevas autoridades, aunque estos se lleven de encuentro los de la mayoría.
Decimos esto porque a pesar de que se supone que estos nuevos ingresos tendrían que financiar el presupuesto para el año 2013, no se estableció como fecha de entrada en vigor para la nueva ley tributaria el 1 de enero próximo como se reclamó; precisamente porque lo que se quiere es recibir ingresos a la menor brevedad ya que el déficit fiscal legado por el gobierno anterior les dejó las arcas vacías, aunque esto signifique un rudo golpe para la situación de empresas y personas, cuyas finanzas no soportarán las nuevas cargas y menos al término de un año fiscal.
También porque al parecer el nuevo gobierno seguirá el modelo del anterior, de que lo importante es preservar el poder a cualquier costo, lo que a la fecha el PLD ha sido efectivo en lograr; gracias a la utilización de la fórmula crear más impuestos para financiar un gasto público cada vez mayor, pero discrecional y poco transparente, que les ha servido para construir una red de afiliaciones y asociaciones, así como la obtención de simpatías y apoyos mediante la corrupción y el clientelismo.
Aquellos que no forman parte de esa red simplemente no cuentan en la ecuación de nuestras autoridades; ya que su control absoluto de los poderes les ha permitido entre otras cosas modificar la Constitución para establecer la posibilidad de reelección indefinida y eliminar el mecanismo de control ciudadano que significaban las elecciones de medio término.
Por eso los simples ciudadanos, los que no somos parte de la estructura que ha creado el partido de gobierno, los que estamos sometidos al rigor de las leyes pero que sufrimos por la impunidad de los detentadores del poder, debemos entender que si no cambiamos de actitud y demostramos nuestra fortaleza no permitiéndole a las autoridades seguir haciendo lo que quieran gracias a mecánicas mayorías sin las debidas consecuencias, seguiremos siendo para estas unos descontentos que no cuentan.