El hombre que hace tres meses está desempeñándose como ministro de Relaciones Exteriores y ha suscitado admiración por su sosegada pero rígida alocución, reveló este lunes que de niño tuvo limitaciones para aprender.
La confesión del canciller Andrés Navarro fue durante un emotivo discurso en el que contó parte de su pasado. Sus palabras fueron de agradecimiento, después de recibir el Diploma al Mérito e Insignia de oro por parte de la Confederación Mundial de Exalumnos y la Federación Dominicana de Exalumnos de Don Bosco.
“Llegamos de Bonao en el 1971 con grandes limitaciones económicas…. Habían dos cosas que mis padres no negociaban: la alimentación y la educación. Así fui parte de esta familia (salesiana)”. En el acto, el canciller estuvo acompañado de toda su familia.
Navarro duró 11 años en el colegio Don Bosco. “Era un niño con problemas de aprendizaje. Se me hacía muy difícil asimilar y tal es así que mi hermano menor se fue un curso por encima de mí”, recordó.
Rememoró también gracias a las competencias que desarrolló como boy scout y a través del colegio y las actividades extracurriculares pudo superar sus limitaciones, como no poder hablar en público. “Me siento muy seguro. No hay nada en mí que sea improvisado”.
“Hubo dos factores claves para que un niños como yo pudiera despertar y convertirse en un estudiante de alto rendimiento: el calor y seguimiento de mis padres y el trabajo que hicieron los salesianos”, agregó.
El Diploma al Mérito e Insignia de oro es una alta distinción que la familia salesiana otorga a los exalumnos que desempeñan cargos privados, públicos o políticos y se distinguen por vivir y testimoniar en el ejercicio de sus funciones valores como la ética, la moral y el servicio.
