Carta a Barack

Hola Barack, perdona que te tutee, es que te escribo de mortal a mortal, esperanzado en que todo lo que he hablado sobre ti no haya sido en vano.

Hola Barack, perdona que te tutee, es que te escribo de mortal a mortal, esperanzado en que todo lo que he hablado sobre ti no haya sido en vano. Pero, por tus últimas conductas, creo que me equivoqué al pensar que eras diferente, que contigo como líder ganaba la paz y los Estados Unidos, con su pueblo admirable, tomaría el sendero del diálogo, del respeto a la autodeterminación de los pueblos y de las leyes internacionales, y sobre todo, de la vida humana.

Hace varios años publiqué un artículo titulado “Como humano, por Obama”. Recuerdo que mi ego estaba de fiesta, ya que fue traducido al inglés y colocado en varios medios del Gran Coloso del Norte. Decía que representabas lo mejor para tu patria y para el planeta, donde tu contrincante me daba escalofríos. No escribí en mi condición de dominicano, ni de latino. Esas palabras las lancé como humano, como persona de la tierra, como hijo de Dios, como amante de los valores universales que han de ser norma entre los que habitamos en los cinco continentes.

Expresaba que eras necesario porque estábamos hastiados de tantas guerras inútiles basadas en el engaño y la manipulación, todo para vender armas, hacer negocios con la vida y mutilar cuerpos y naciones. Te catalogué como prudente, inteligente, y que meditabas cada paso, lo que te permitiría actuar con responsabilidad. Tu presencia como presidente, agregué, sería un aplauso al desarrollo de las personas que en base a su esfuerzo, estudio y sacrificio conquistan sus metas, pues eras un símbolo de superación extraordinario, digno de ser una referencia para las nuevas generaciones.

En las dos ocasiones que triunfaste, hubo alegría colectiva en todos los puntos cardinales de la Tierra. Yo juraba que eras una luz que lograría conformar un mundo mejor, con pocos conflictos bélicos, o que al menos lo intentarías sin el fantasma de los halcones, sin el imperio de la intolerancia, sin la algarabía de la mediocridad, sin el fanatismo religioso o ideológico enquistado en el poder.

En su momento, lograste que el liderazgo moral de los Estados Unidos se fortaleciera en la comunidad de naciones. La economía de tu pueblo empezó a mejorar y prometía salir airoso de los desastres de los últimos gobiernos republicanos.

Confieso que ahora, con lo de Siria, me estás decepcionando. Me duele decirlo,  pues no me gusta que se me caigan los santos de los altares. Estás forzando algo injusto, sin sentido, sin apoyo de nadie (salvo de los que saldrán materialmente beneficiados). Barack, te estás derrumbando. Todavía tienes tiempo de terminar como iniciaste, en un sitial glorioso de la historia, como un constructor, no como un destructor.

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