Augusto Monterroso, el maestro guatemalteco de los relatos cortos, habría encontrado su rastro en los cuentos que componen el libro Casa de Familia, del dominicano Fernando Fernández Duval, en los que el ambiente familiar marcado por la influencia de la figura materna, constituye la base psicológica de la personalidad, con su espíritu reapareciendo como una constante, en sueños y recuerdos recurrentes.
La muerte, fenómeno que nunca deja de resultar sorprendente a los vivientes, es un tema común en Casa de Familia, que llega en dos textos brevísimos a reconstruirnos el drama que vivieron los dominicanos con los decesos inesperados del dictador Rafael Leónidas Trujillo, en La Pitonisa ante la muerte del tirano y del presidente democrático Antonio Guzmán Fernández, con el cuento titulado De Palabra.
Nacido en el sureño municipio de Neyba, Fernández Duval había publicado anteriormente Cuentos cortos para una noche larga, según resalta la Editorial Santuario, con una obra inédita en el género de la poesía. Un dato que sirve de referencia para afirmar que su labor creativa no es repentista ni de coyuntura es que ya en 1973, dicen los editores, “recibió el tercer lugar del Concurso de la Zona Oriental de Santo Domingo, con la poesía Ciudad de Ayer, auspiciado por el Movimiento Cultural Universitario”.
Lectores dominicanos, y más en este mes de mayo, podrían sentirse identificados con el cuento El paño que mamá tejía con el foco mágico, reminiscencias de la veneración por la progenitora en la tradición dominicana. De un encuentro onírico nos dice: “la vi serena y sin achaques, alta y esbelta como las palmeras, con las piernas cruzadas y la mirada fija, como en el último invierno que estuvo entre nosotros”.
El prologuista José Enrique Méndez, acertadamente, ve en Casa de Familia una mirada perspicaz desde el interior de los recuerdos del autor, matizados por “sus universos ficticios y estructurados”, con experiencias del diario vivir.
