Ay César, que falta haces

Una de las mayores debilidades del conglomerado social dominicano, es la desconfianza como actitud colectiva, que aunque presente en el quehacer privado,…

Una de las mayores debilidades del conglomerado social dominicano, es la desconfianza como actitud colectiva, que aunque presente en el quehacer privado, resulta dramática frente al accionar de las instituciones y funcionarios públicos. El “hombre chivo”, el “tíguere culebro”, el “tipo mosca”, el “carajo bronco”, denotan el esquema de apreciación nacional, como  característica de la personalidad colectiva criolla. A César Estrella Sahdalá le cupo la gloria de romper esos esquemas culturales y devolver la credibilidad perdida sobre los asuntos electorales.

Oriundo de Santiago, de una familia de recios principios, nucleada alrededor de valores cristianos, abogado que como profesional del Estado, presidió por consenso, en 1994, la Junta Central Electoral. Llamada la Junta histórica, compuesta además por Juan Sully Bonelly, Aura Celeste Fernández, Rafael Vallejo y Luis Mora y como director de Cómputos, el reconocido ingeniero, Ramón Mueses (Monchi).  Al inesperado deceso de César, el 5 de febrero del 2006, sobreviven muchas anécdotas que delinean su recia personalidad, tejida sobre un tapiz de cordialidad, integridad absoluta, desbordante sensibilidad social, inquebrantable ética, vigorosa fe, y más que nada, sobre sus conceptos de institucionalidad y manejo eficiente, austero y transparente, de presupuestos.

Excepcional árbitro, de proverbial equilibrio y apego estricto a la justicia, al que empresarios y trabajadores se remitían, aceptando sus criterios y en el Infotep, con su régimen tripartito, persisten sus ejemplos. Los partidos acataban sus decisiones como sabias y respetaron por demás las resoluciones que la ejemplar Junta emitió, como ente regulador electoral.

Cuando se sugirió la activación de la clásica Comisión de Seguimiento conformada por “notables”, solo dijo “si lo hacen, que vengan a dirigir el proceso completo porque la JCE ni la necesita ni la acepta”. Jimmy Carter, expresidente de Estados Unidos, “observador” de procesos electorales, fue impedido de entrar al Centro de Cómputos por el propio César, porque el paso estaba vedado a personal no autorizado.

Con “bembitas” y molesto, reconoció luego Carter, que fue una clara demostración de ética y rígidos principios. Cuando a la JCE se imponen hoy dos “funcionarios” de cómputos adicionales, del mismo nivel jerárquico, como  representantes de los mayoritarios, obedeciendo a la desconfianza, se lesiona profundamente la institucionalidad.

A Estrella Sahdalá y a la Junta histórica, les hubiese sobrado dignidad para no hacer el juego a los que pretenden justificar su fracaso electoral con amenaza de crisis, previendo un “colosal fraude” que solo encuentra eco en los que parecen haberse valido alguna vez de esas artimañas.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas