Chinos en el Caribe: El Barrio Chino de Pochi, (y 3)

¿Me preguntas por qué compras arroz y flores? Compro arroz para vivir. Y flores… para tener algo por lo qué vivir. Confucio

¿Me preguntas por qué compras arroz y flores? Compro arroz para vivir. Y flores… para tener algo por lo qué vivir. ConfucioFrente a la cama brilla
La luz de la luna.
Quizás la escarcha
Cubrirá ya el suelo.
Alzo los ojos
A la luna llena
Los bajo y pienso
En mi tierra natal. Li Bai

¿Cuál es mi tierra natal? Cuando se nace con esta dualidad cultural. Añoro mi doble tierra: La República Dominicana y la República Popular China. Sabía que esta realidad no era una contradicción para el corazón, al contrario, son dos sentimientos unidos como siameses, habitando en lo profundo del alma, pues en ella se condensan los atributos de mis antepasados. Rosa Ng, Pochi, El Barrio Chino de Santo Domingo.[1]

Que nuestra querida “Plima” Pochi, escribiera este libro era un reclamo de sus amigos. Era necesario, urgente e importante que las generaciones futuras conocieran las peripecias para materializar un proyecto. Este barrio chino de Santo Domingo es el resultado del esfuerzo y sacrificio de una soñadora. Que se sepa, que se denuncie a aquellos que querían pescar en río revuelto, a quienes por intereses malsanos, como el síndico perdedor en la última contienda electoral, se opusieron y entorpecieron. Este político de baja estatura física y estratégica, no midió que, como dice una obra milenaria “El arte de la guerra”, los chinos mantienen sus metas y sus ideas por siempre. Pues para los chinos, los obstáculos son piedras en el camino. Y como dicen los taoístas, el río siempre hace su recorrido, hasta el final, aunque existan piedras inmensas en el camino. Fue vencido por la constancia, el valor y la razón. La irracionalidad y la torpeza fueron vencidas por la pasión y el amor verdadero a un proyecto.

Estas palabras escritas con el dolor y la rabia se refieren al incidente de los parqueos en el que el síndico de entonces Roberto Salcedo se ensañó contra el barrio chino. Solo la paciencia oriental, las alianzas correctas y la persistencia pudieron vencer. La “plima” Pochi le dedica un capítulo completo a esta gran dificultad producida por la tozudez e irracionalidad de un funcionario mediocre:

Empezamos a participar en los programas de prensa escrita y televisada. Complementamos la campaña a quienes con la suma de aliadas a nuestra causa se pronunciaron ciudadanos de todas las esferas sociales. Emprendimos la acción: “Un millón de firmas a favor del Barrio Chino”, y en tiempo récord, personalidades de todos los sectores de la sociedad nos dieron su solidario apoyo…

Sin embargo, la situación se prolongaba demasiado para perjuicio de los negocios y del desarrollo del Chinatown dominicano…

El Concejo Municipal se reunió y varió la resolución poco antes de las elecciones… [2]
El libro de la “plima” Pochi es hermoso. Cuenta la historia y entremezcla el relato con pensamientos y poemas chinos. Está acompañado de hermosas fotografías, en las cuales reflejan y evidencian las horas interminables de negociaciones con diferentes sectores políticos, al interior de la comunidad china, con el sector privado, y, por supuesto, con las dos chinas: la China Popular y la República China de Taiwán. La “plima” Pochi tuvo que sortear las diferencias políticas entre ambos grupos:

Hemos señalado siempre que el Barrio Chino no tiene banderías políticas ni nacionales ni foráneas. El Barrio Chino es orgullo de la comunidad china para el disfrute de los dominicanos y los extranjeros que nos visiten. El Barrio Chino es la oportunidad de crecer en el desarrollo del país que sigue inexorablemente su camino hacia adelante. [3]
Finalmente, las donaciones de una y otra China están en el barrio. Unas en la puerta norte y otras en la puerta sur. Después cuenta cómo se consiguieron las estatuas que adornan la calle, así como la construcción de las dos plazas.

Mientras Pochi estuvo metida las 24 horas en el barrio, todo marchaba como un vaso de cristal, limpio y acogedor. Lamentablemente desde hace unos años la “plima” aceptó ser la representante de la oficina comercial en China, y el barrio ha caído.

Aprovecho la ocasión para que la comunidad china una sus esfuerzos para mantener ese patrimonio de todo, que en el corazón de la parte alta de la capital, grita a los cuatro vientos con sus colores y sus dragones que a través de más de 100 años ha habitado en esos lares una comunidad que vino del lejano oriente buscando mejor vida. Y que a través de los años ha sabido ganarse la confianza porque es una comunidad pacífica y trabajadora.

Sueño con que este barrio chino nuestro, patrimonio no solo de la comunidad china, sino del país, pueda mantenerse en el tiempo. Se requiere del compromiso y la decisión de un grupo de hombres y mujeres que continúen la obra.

Durante los años he tenido la oportunidad de conocer los barrios chinos de New York, San Francisco y Los Ángeles, y cuando transito por esas calles, he visto a mi padre entrando y saliendo por sus tiendas. Observo a mi abuela china caminando con su traje típico, bolso en mano, para comprar los condimentos del día. Veo los niños escolares divertidos y sonrientes, y recuerdo cuando los nueve hermanos caminábamos en trulla desde la escuela a la casa en nuestro Santiago natal.

Gracias Rosa Ng, “plima” Pochi, porque hiciste un hermoso homenaje a los hombres, que como nuestros padres, se lanzaron a la aventura marina, y, desafiando las tempestades formaron sus familias, y nos tuvieron a nosotras, a nuestros hermanos, a nuestros amigos también de doble origen.

Gracias Rosa Ng, “plima” Pochi, porque diste lo mejor de ti, por hacer visible nuestra síntesis identitaria. Somos de oriente, del Caribe, de esta media isla que nos vio nacer. Amamos la fiesta de la luna, el año nuevo celebrado con la estridencia de los dragones de colores, la comida llena de sabores que aprendimos a comer en nuestros hogares multiculturales. Y amamos también el merengue, el sancocho, la habichuela con dulce…
Como tú, soy una síntesis de oriente y occidente. Amamos el té y nos desvivimos por un café caliente y fuerte caribeño. Porque eso somos: la representación viva de las sangres que corren por nuestras venas: china, mulata, blanca… Somos una síntesis, como es todo, absolutamente todo en la vida.
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[1] Rosa Ng, “El Barrio Chino de Santo Domingo”, Santo Domingo, Editorial
Setentayocho , Año del Mono 2016, p. p.16.
[2] Ibidem, p. 130.
[3] Ibidem, p. 104.

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