Como cada año, cientos de personas acudieron a los diferentes cementerios del país a llevar flores y velones a sus familiares al conmemorarse el día de los Fieles Difuntos.Una de ellas fue Mercedes Romero, quien desde temprano se trasladó al cementerio Cristo Redentor, en compañía de su hermana para dar una “mano de pintura” a la tumba de su madre, a quien recuerda como “una persona ejemplar sana, humilde, que siempre nos dio mucho amor”.
Con una escoba y un puñado de flores en la mano, Hilda Terrero hizo lo propio, pero en el Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gómez, donde se encuentran sepultados los restos de su marido y dos de sus hijos.
Cada año las escenas son similares: familiares de los difuntos acuden a las tumbas y elevan plegarias por su descanso. Nos faltan las velas, velones y las lágrimas de los deudos que recuerdan con nostalgias la pérdida de sus seres queridos. Además de los deudos, que se adentraban en las calles del camposanto, los vendedores de flores, velones, jugos, botellas de agua, así como decenas de jovencitos y hombres que ofertaban el servicio de limpia tumbas, se quejaban de las bajas ganancias. “Bueno, yo tengo aquí como cuatro horas y media y nada más he picado 85 pesos”, dijo un haitiano que se dedica a limpiar nichos. Funerarias como la Blandino, aprovechaban para regalar velones y brochures para ofertar sus servicios.
En tanto, en el cementerio privado Puerta del Cielo fue oficiada una misa por el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, monseñor Amancio Escapa, con la presencia de una nutrida feligresía.
