Combatir la pobreza, pero ¿cuál pobreza?

Una de las tareas más apremiantes que enfrentamos los dominicanos consiste en reducir la incidencia de la pobreza, pues ésta deslegitima…

Una de las tareas más apremiantes que enfrentamos los dominicanos consiste en reducir la incidencia de la pobreza, pues ésta deslegitima las instituciones y pone a prueba el tejido social, ya que engendra frustración y violencia.

A juicio nuestro, en las presentes circunstancias, el marco correcto para cuantificar este problema y la estrategia para enfrentarlo debe ser el de toda la isla, con una población de aproximadamente 20  millones de habitantes, de los cuales 9.8 millones habitan en Haití y 10.08 millones en la República Dominicana.

De acuerdo con el gobierno de Estados Unidos, en el año 2010 un 80% de los haitianos, o sea, 7.8 millones de personas, y un 34.4 % de los dominicanos, o sea, 3.4 millones de personas, vivían en la pobreza. Es decir, en la isla de La Española habitan 11.3 millones de pobres, de los cuales 5.29 millones de haitianos viven en la más profunda indigencia. Este es el panorama que tenemos frente a nosotros, que resulta más alarmante cuando se analizan algunos detalles.

Un estudio del Banco Mundial, publicado en el 2007, indica que el 17% de los niños menores de 15 años en las áreas metropolitanas de Haití están creciendo con el trauma de no tener la atención y tampoco el afecto de un padre o una madre. Un 35% de las mujeres de 15 años en adelante han sufrido violencia de género. De acuerdo al estudio citado, durante los veinte años comprendidos de 1985 al 2005 el ingreso per cápita de los haitianos sufrió un declive del orden de un 50%, mientras que el ingreso per cápita de los dominicanos aumentó un 57%. Es decir, la brecha de ingresos entre los dos  países venía agrandándose antes  del devastador terremoto del 12 de enero de 2010, que afectó seriamente la capital haitiana. Tenemos, pues, ante nosotros un cuadro de una gravedad que merece toda nuestra atención.

Sin embargo, los dominicanos vivimos de espaldas y trazamos políticas públicas ignorando el impacto de esta realidad. El resultado ha sido una inmigración ilegal masiva que ha trasladado la miseria de Haití a los dominicanos más vulnerables y que obstruye cualquier solución a este problema.

Es decir, al momento de definir nuestra lucha contra la pobreza definamos la magnitud de nuestro problema. ¿Es nuestro problema la pobreza de 3.47 millones de dominicanos, o los 11.30 millones de pobres que viven en toda la isla? ¿Todos esos otros pobres, nos pertenecen? O, le pertenecen a una comunidad internacional que no para de dar sermones, pero que ha entregado a cuenta gotas la ayuda prometida luego del trágico sismo.

Y siendo esto así, démosle al control fronterizo una máxima prioridad en la lucha contra la pobreza, con el apoyo de países amigos.

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