Compleja sociedad civil

Sostiene Michael Walzer que la sociedad civil “es un espacio de asociación humana sin coerción y el conjunto de tramas y relaciones…

Sostiene Michael Walzer que la sociedad civil “es un espacio de asociación humana sin coerción y el conjunto de tramas y relaciones que llena ese espacio.

Es el reino de la fragmentación y la lucha, pero también de solidaridades concretas y auténticas”. Walzer sostuvo y sostiene que la sociedad civil está formada por las instituciones primarias de la socialización. Es decir, las que más influyen en la constitución de las personalidades de los ciudadanos y las ciudadanas. Para él y todos los estudiosos de la sociedad civil las relaciones políticas son de orden secundarias. O sea que las personas militantes de los partidos son productos de la sociedad civil.

En otras palabras, las actitudes políticas de las gentes se forjan en las instituciones de la sociedad civil en sentido amplio, o sea en la familia, en la escuela, en los clubes, en las asociaciones deportivas y culturales, en las relaciones de amigos.

Adela Cortina, en “Hasta un pueblo de demonios: Ética pública y sociedad”, de editorial, Taurus retoma las ideas de Walzer para sostener que “los ciudadanos no pueden aprender la civilidad necesaria para llevar adelante una democracia sana ni en el mercado ni en la política, sino en las organizaciones voluntarias de la sociedad civil, como la familia, amistad, vecindad, iglesias, cooperativas, asociaciones cívicas o movimientos sociales”, (pág. 194).

Aceptando el “marco teórico” de Walzer y Cortina y observando nuestra nación podemos elaborar tres premisas de importancia para el estudio de las relaciones políticas del país: 1) en las instituciones primarias es donde se aprenden las virtudes sociales y éstas influyen en el comportamiento político de las personas, 2) los partidos son sólo organizaciones secundarias que trabajan con el material formado en las instituciones primarias y 3) el clientelismo, el rentismo y la corrupción están asfixiando el mundo político y social de la República Dominicana tal como ha sido observado por gran parte de los académicos y académicas de la nación.

Si aceptamos estas premisas debemos ver el cambio político y social y la lucha contra la corrupción como una empresa que no sólo incluye la transformación de los partidos, sino que implica una revolución en el ámbito de las instituciones primarias, o sea de la sociedad civil en su sentido más amplio.

Sí, sé las implicaciones de esta reflexión. Y creo que es tiempo de que nuestra ciudadanía más consciente deje de creerse que es “inmaculado diamante  que pasa a través de la avalancha humana sin contaminarse”. Sí, la nación demanda un formidable proceso de cambio social, que incluye la redefinición del papel de las instituciones primarias, como las escuelas, las familias, las asociaciones culturales, deportivas y de otro tipo, porque en ellas los y las jóvenes deben aprender las virtudes sociales, y parecería que no las están aprendiendo.

Es obvio, los nuevos teóricos dominicanos que plantean una alianza de la sociedad civil con el PRD para desalojar al PLD del poder, simplemente están obviando la complejidad y la historia de la sociedad dominicana.

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