Comunidad de vida cristiana (CVX)

IntroducciónVolvemos con este trabajo a nuestro tema más amplio: Los laicos protagonistas de la Iglesia. El presente es nuestra entrega dieciséis sobre dicha temática.ORÍGENES DE LA CVXLa CVX en…

Comunidad de vida cristiana (CVX)

IntroducciónVolvemos con este trabajo a nuestro tema más amplio: Los laicos protagonistas de la Iglesia. El presente es nuestra entrega dieciséis sobre dicha temática.ORÍGENES DE LA CVXLa CVX en…

Introducción

Volvemos con este trabajo a nuestro tema más amplio: Los laicos protagonistas de la Iglesia. El presente es nuestra entrega dieciséis sobre dicha temática.
ORÍGENES DE LA CVX

La CVX en República Dominicana, como establecen sus estatutos, es una comunidad de fieles cristianos que han optado seguir a Jesús y su propuesta del reino desde la espiritualidad ignaciana, es decir, siguiendo lo que propone San Ignacio de Loyola. Para esto, contamos con un asesor eclesiástico –jesuita- que nos acompaña y orienta, el cual es elegido por los mismos jesuitas y presentado a la comunidad nacional.

Como institución católica que somos, estamos registrados en el Arzobispado de Santo Domingo en el Libro 9 de Facultades Ordinarias, bajo el número 26, folio 137, con el expreso mandato de hacer constar: “CON LICENCIA ECLESIÁSTICA” en esa condición y como otras comunidades laicales formamos parte de UNILCA. Además de la arquidiócesis de Santo Domingo estamos presentes en la de Santiago de los Caballeros y en la diócesis de Mao Montecristi.

La actual Comunidad de Vida Cristiana de República Dominicana surge bajo la inspiración y acompañamiento del P. Manuel Maza, sj., en el 1996. Estas comunidades existieron antes bajo el nombre de Asociaciones Marianas. Nos formamos partiendo desde la misma Palabra de Dios –La Biblia- ayudados por su amplia literatura, comenzando por los Principios Generarles, Las Normas Generales, además, del importante documento NUESTRO CARISMA.

Anualmente se ofrecen dos retiros al estilo Ejercicios Espirituales caracterizados por el silencio, estudio del material que nos ofrece el facilitador, que es siempre un sacerdote jesuita o un laico o laica formado en esta espiritualidad y con capacidad de transmitir este mensaje salvífico.

No ha sido tarea fácil establecer cuando comienza la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) a pesar de parecer algo muy sencillo. Son muchas las señales que confirman que la CVX reconoce y asume su historia con gratitud y santo orgullo. Si fuera por su nombre, diríamos que la CVX existe desde 1967; pero eso implicaría desconocer la tradición de siglos de la que la Comunidad de Vida Cristiana es heredera.

Si fuera por su impronta ignaciana, estaría ligada al proceso de conversión de Ignacio de Loyola desde 1521. Sin embargo, este no se refiere directamente al proceso comunitario. Entonces podría considerarse a partir de 1534 cuando Ignacio y sus compañeros fundan la Compañía de Jesús, aunque este hecho no tiene que ver directamente con una comunidad propiamente laical.

Aunque no hay que desconocer el influjo que estos primeros grupos pudieron dar para la consolidación de la comunidades laicas ignacianas, sólo es a partir de 1563 cuando el joven jesuita belga, Jean Leunis funda una comunidad de estudiantes del Colegio Romano. Esta primera comunidad, es la Prima Primaria. Rápidamente sirvió de modelo para ser replicada alrededor de todo el mundo con el nombre de congregaciones marianas, constituyéndose oficialmente como comunidades laicas de inspiración ignaciana.

La Comunidad de Vida Cristiana (CVX) se constituye en la forma renovada de dichas congregaciones para responder más fielmente con los desafíos de nuestra Iglesia en el mundo de hoy y el papel que deben desempeñar los laicos a partir del Concilio Vaticano II.

Al actual momento

La historia nuestra no es simplemente un recuento de hechos ocurridos a lo largo del tiempo que ha transcurrido, sino una oportunidad ideal para alcanzar un mayor entendimiento del don y relevancia de nuestra particular identidad, vocación y misión. Recuperar nuestra historia es provechoso para nuestra propia identidad, pero también para toda la familia ignaciana y la Iglesia. Grandes y muchas lecciones podemos aprender para la colaboración con los jesuitas, profundizar nuestro rol en la Iglesia y servir mejor en el mundo como testigos laicos de la misión de Cristo.

El actual momento que vivimos es una oportunidad preciosa para reconocer a través del paso del tiempo nuestra historia de gracia en la que vamos siendo animados y acompañados por el Espíritu Santo. Es así como trabaja Dios.

Animados por el Espíritu de Dios esperamos poder agilizar y actualizar los pasos para responder exactamente a lo que Dios espera de nosotros aquí en nuestra realidad dominicana o dondequiera que nos encontremos. Sin dudas que debemos estar mejor preparados y dispuestos para asumir de una forma más comprometida los retos y desafíos que se le presentan a la CVX en República Dominicana de cara al futuro.

La CVX ha vivido un proceso durante los últimos tiempos que podríamos definir o comparar con la imagen de una flor que se abre. Todo está presente en ella desde un principio, pero sólo paso a paso florecerá totalmente; mientras tanto, debemos arraigar sus raíces en sus fuentes respetando el ritmo de cada comunidad individual y la característica de lo que cada uno va experimentando a través de la lectura de los signos de los tiempos. Ya desde mediados de los 80, la “misión común” era un tema comentado en la CVX. Durante los 90, la conciencia de ser comunidad apostólica se hizo más honda y así, finalmente maduró la comunidad mundial en la Asamblea de 1998 en Itaici (Brasil): “Profundizando en nuestra identidad como cuerpo apostólico clarificar nuestra Misión Común”.

Tres áreas de misión

Teniendo en cuenta los criterios ignacianos para la Misión, percibimos las necesidades y evaluamos las posibilidades para desarrollar la colaboración Laicos-Jesuitas; el proceso tiene como resultado la identificación de tres áreas de misión y de los medios necesarios para llevar a cabo la misma.
Primero deseamos traer a nuestra realidad social el poder liberador de Jesucristo. En segundo lugar, deseamos encontrar a Jesucristo en toda la variedad de nuestra sociedad incluyendo la cultura, permitiendo que su gracia ilumine todo lo que necesita transformación. En tercer lugar, deseamos vivir unidos a Jesucristo para que Él pueda entrar a todos los aspectos de vida ordinaria en el mundo.

Estas tres áreas de misión son una fuente espiritual que nos fortalece y alimenta para la misión: los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, nos ayudan mucho a crecer en la vida cristiana. Además, debemos atender nuestra propia formación para la misión, de manera que nuestra comunidad pueda llegar a ser instrumento eficaz de servicio. Nuestra misión común incluye una amplia gama de criterios y de orientaciones para el servicio y sus diversos niveles.

Misión común, que se hace local e individual

La CVX en República Dominicana, junto a las demás comunidades esparcidas en el resto del mundo es parte de un solo “cuerpo apostólico”. “Reconocemos que tenemos unidad en la diversidad”, sin embargo, el desarrollo profundo de su significado en la práctica diaria es producto de un enfoque especial partiendo de nuestra realidad nacional, por eso en muchas ocasiones hemos levantado nuestra voz clamando por: una educación de mejor calidad, servicios de salud más eficientes, una justicia más oportuna y más “justa”, cero impunidad frente a la corrupción, más seguridad ciudadana, etc. etc. No somos indiferentes frente a estos males.

Para nosotros la dinámica del DEAE en muy importante ponerla en práctica en todos los niveles, es decir, que: Discernimos, Evaluamos, Apoyamos y Enviamos. Así un servicio u obra aunque sea individual se convierte en Misión Común, ya que toda la comunidad comparte la responsabilidad.

Los grupos locales, como también la comunidad más amplia –nacional o regional-, apoyan y prolongan las dinámicas generadas por los Ejercicios Espirituales que nos conducen hacia una vida esencialmente apostólica. Aun cuando el servicio apostólico se realice de una manera personal, el servicio es siempre parte de la misión recibida en la CVX. En ese sentido, nuestra misión es siempre una Misión Común que parte de la misión de la Iglesia.

Vocación Ignaciana

Es muy importante destacar que CVX es una vocación ignaciana. El carisma y espiritualidad CVX son ignacianos. Por eso los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son al mismo tiempo una fuente específica y el instrumento característico de la espiritualidad CVX, nos conducen a la integración de fe y vida en todas las dimensiones: personal, social, profesional, política y eclesial. Los miembros CVX vivimos la espiritualidad ignaciana en la comunidad en el grupo local, a nivel nacional y como comunidad mundial. El sostén de quienes comparten la misma vocación es fundamental para nuestro crecimiento humano, espiritual y apostólico. Además, la comunidad en sí misma es un elemento constitutivo del servicio apostólico y testimonio de la CVX, pues es esencialmente una comunidad para los demás.

CVX es una vocación laical y comparte responsabilidad con la misma misión de la Iglesia. Estamos muy agradecidos por el don de la espiritualidad ignaciana que los jesuitas han compartido con nosotros siguiendo el ejemplo de San Ignacio. Nos apoyan para descubrir nuestra expresión laical desde esa espiritualidad. En su apoyo se nos ofrecen como Asistentes Eclesiásticos; esa expresión nos hace conscientes de que somos una comunidad de laicos dirigida por laicos. El Asistente Eclesiástico – jesuita en la mayoría de los casos, pero no siempre necesariamente- tiene como principal responsabilidad el desarrollo cristiano de toda la comunidad. Ayuda a los miembros a descubrir los caminos de Dios, especialmente por medio de la participación de los Ejercicios Espirituales. En virtud de la misión que le ha encomendado la jerarquía, de cuya autoridad es el representante, tiene además, una responsabilidad muy especial en el área de problemas doctrinales y pastorales y en lo que toca a la armonía propia de una comunidad cristiana.

Conclusión
CERTIFICO que mi entrega “COMUNIDAD DE VIDA CRISTIANA” (CVX), como una de las manifestaciones de lacios protagonistas de la Iglesia, reúne datos que me fueron ofrecidos por los mismos laicos de las CVX.
DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los trece (13) días del mes abril del año del Señor dos mil dieciséis (2016).

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Introducción

Volvemos con este trabajo a nuestro tema más amplio: Los laicos protagonistas de la Iglesia. El presente es nuestra entrega dieciséis sobre dicha temática.
ORÍGENES DE LA CVX

La CVX en República Dominicana, como establecen sus estatutos, es una comunidad de fieles cristianos que han optado seguir a Jesús y su propuesta del reino desde la espiritualidad ignaciana, es decir, siguiendo lo que propone San Ignacio de Loyola. Para esto, contamos con un asesor eclesiástico –jesuita- que nos acompaña y orienta, el cual es elegido por los mismos jesuitas y presentado a la comunidad nacional.

Como institución católica que somos, estamos registrados en el Arzobispado de Santo Domingo en el Libro 9 de Facultades Ordinarias, bajo el número 26, folio 137, con el expreso mandato de hacer constar: “CON LICENCIA ECLESIÁSTICA” en esa condición y como otras comunidades laicales formamos parte de UNILCA. Además de la arquidiócesis de Santo Domingo estamos presentes en la de Santiago de los Caballeros y en la diócesis de Mao Montecristi.

La actual Comunidad de Vida Cristiana de República Dominicana surge bajo la inspiración y acompañamiento del P. Manuel Maza, sj., en el 1996. Estas comunidades existieron antes bajo el nombre de Asociaciones Marianas. Nos formamos partiendo desde la misma Palabra de Dios –La Biblia- ayudados por su amplia literatura, comenzando por los Principios Generarles, Las Normas Generales, además, del importante documento NUESTRO CARISMA.

Anualmente se ofrecen dos retiros al estilo Ejercicios Espirituales caracterizados por el silencio, estudio del material que nos ofrece el facilitador, que es siempre un sacerdote jesuita o un laico o laica formado en esta espiritualidad y con capacidad de transmitir este mensaje salvífico.

No ha sido tarea fácil establecer cuando comienza la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) a pesar de parecer algo muy sencillo. Son muchas las señales que confirman que la CVX reconoce y asume su historia con gratitud y santo orgullo. Si fuera por su nombre, diríamos que la CVX existe desde 1967; pero eso implicaría desconocer la tradición de siglos de la que la Comunidad de Vida Cristiana es heredera.

Si fuera por su impronta ignaciana, estaría ligada al proceso de conversión de Ignacio de Loyola desde 1521. Sin embargo, este no se refiere directamente al proceso comunitario. Entonces podría considerarse a partir de 1534 cuando Ignacio y sus compañeros fundan la Compañía de Jesús, aunque este hecho no tiene que ver directamente con una comunidad propiamente laical.

Aunque no hay que desconocer el influjo que estos primeros grupos pudieron dar para la consolidación de la comunidades laicas ignacianas, sólo es a partir de 1563 cuando el joven jesuita belga, Jean Leunis funda una comunidad de estudiantes del Colegio Romano. Esta primera comunidad, es la Prima Primaria. Rápidamente sirvió de modelo para ser replicada alrededor de todo el mundo con el nombre de congregaciones marianas, constituyéndose oficialmente como comunidades laicas de inspiración ignaciana.

La Comunidad de Vida Cristiana (CVX) se constituye en la forma renovada de dichas congregaciones para responder más fielmente con los desafíos de nuestra Iglesia en el mundo de hoy y el papel que deben desempeñar los laicos a partir del Concilio Vaticano II.

Al actual momento

La historia nuestra no es simplemente un recuento de hechos ocurridos a lo largo del tiempo que ha transcurrido, sino una oportunidad ideal para alcanzar un mayor entendimiento del don y relevancia de nuestra particular identidad, vocación y misión. Recuperar nuestra historia es provechoso para nuestra propia identidad, pero también para toda la familia ignaciana y la Iglesia. Grandes y muchas lecciones podemos aprender para la colaboración con los jesuitas, profundizar nuestro rol en la Iglesia y servir mejor en el mundo como testigos laicos de la misión de Cristo.

El actual momento que vivimos es una oportunidad preciosa para reconocer a través del paso del tiempo nuestra historia de gracia en la que vamos siendo animados y acompañados por el Espíritu Santo. Es así como trabaja Dios.

Animados por el Espíritu de Dios esperamos poder agilizar y actualizar los pasos para responder exactamente a lo que Dios espera de nosotros aquí en nuestra realidad dominicana o dondequiera que nos encontremos. Sin dudas que debemos estar mejor preparados y dispuestos para asumir de una forma más comprometida los retos y desafíos que se le presentan a la CVX en República Dominicana de cara al futuro.

La CVX ha vivido un proceso durante los últimos tiempos que podríamos definir o comparar con la imagen de una flor que se abre. Todo está presente en ella desde un principio, pero sólo paso a paso florecerá totalmente; mientras tanto, debemos arraigar sus raíces en sus fuentes respetando el ritmo de cada comunidad individual y la característica de lo que cada uno va experimentando a través de la lectura de los signos de los tiempos. Ya desde mediados de los 80, la “misión común” era un tema comentado en la CVX. Durante los 90, la conciencia de ser comunidad apostólica se hizo más honda y así, finalmente maduró la comunidad mundial en la Asamblea de 1998 en Itaici (Brasil): “Profundizando en nuestra identidad como cuerpo apostólico clarificar nuestra Misión Común”.

Tres áreas de misión

Teniendo en cuenta los criterios ignacianos para la Misión, percibimos las necesidades y evaluamos las posibilidades para desarrollar la colaboración Laicos-Jesuitas; el proceso tiene como resultado la identificación de tres áreas de misión y de los medios necesarios para llevar a cabo la misma.
Primero deseamos traer a nuestra realidad social el poder liberador de Jesucristo. En segundo lugar, deseamos encontrar a Jesucristo en toda la variedad de nuestra sociedad incluyendo la cultura, permitiendo que su gracia ilumine todo lo que necesita transformación. En tercer lugar, deseamos vivir unidos a Jesucristo para que Él pueda entrar a todos los aspectos de vida ordinaria en el mundo.

Estas tres áreas de misión son una fuente espiritual que nos fortalece y alimenta para la misión: los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, nos ayudan mucho a crecer en la vida cristiana. Además, debemos atender nuestra propia formación para la misión, de manera que nuestra comunidad pueda llegar a ser instrumento eficaz de servicio. Nuestra misión común incluye una amplia gama de criterios y de orientaciones para el servicio y sus diversos niveles.

Misión común, que se hace local e individual

La CVX en República Dominicana, junto a las demás comunidades esparcidas en el resto del mundo es parte de un solo “cuerpo apostólico”. “Reconocemos que tenemos unidad en la diversidad”, sin embargo, el desarrollo profundo de su significado en la práctica diaria es producto de un enfoque especial partiendo de nuestra realidad nacional, por eso en muchas ocasiones hemos levantado nuestra voz clamando por: una educación de mejor calidad, servicios de salud más eficientes, una justicia más oportuna y más “justa”, cero impunidad frente a la corrupción, más seguridad ciudadana, etc. etc. No somos indiferentes frente a estos males.

Para nosotros la dinámica del DEAE en muy importante ponerla en práctica en todos los niveles, es decir, que: Discernimos, Evaluamos, Apoyamos y Enviamos. Así un servicio u obra aunque sea individual se convierte en Misión Común, ya que toda la comunidad comparte la responsabilidad.

Los grupos locales, como también la comunidad más amplia –nacional o regional-, apoyan y prolongan las dinámicas generadas por los Ejercicios Espirituales que nos conducen hacia una vida esencialmente apostólica. Aun cuando el servicio apostólico se realice de una manera personal, el servicio es siempre parte de la misión recibida en la CVX. En ese sentido, nuestra misión es siempre una Misión Común que parte de la misión de la Iglesia.

Vocación Ignaciana

Es muy importante destacar que CVX es una vocación ignaciana. El carisma y espiritualidad CVX son ignacianos. Por eso los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son al mismo tiempo una fuente específica y el instrumento característico de la espiritualidad CVX, nos conducen a la integración de fe y vida en todas las dimensiones: personal, social, profesional, política y eclesial. Los miembros CVX vivimos la espiritualidad ignaciana en la comunidad en el grupo local, a nivel nacional y como comunidad mundial. El sostén de quienes comparten la misma vocación es fundamental para nuestro crecimiento humano, espiritual y apostólico. Además, la comunidad en sí misma es un elemento constitutivo del servicio apostólico y testimonio de la CVX, pues es esencialmente una comunidad para los demás.

CVX es una vocación laical y comparte responsabilidad con la misma misión de la Iglesia. Estamos muy agradecidos por el don de la espiritualidad ignaciana que los jesuitas han compartido con nosotros siguiendo el ejemplo de San Ignacio. Nos apoyan para descubrir nuestra expresión laical desde esa espiritualidad. En su apoyo se nos ofrecen como Asistentes Eclesiásticos; esa expresión nos hace conscientes de que somos una comunidad de laicos dirigida por laicos. El Asistente Eclesiástico – jesuita en la mayoría de los casos, pero no siempre necesariamente- tiene como principal responsabilidad el desarrollo cristiano de toda la comunidad. Ayuda a los miembros a descubrir los caminos de Dios, especialmente por medio de la participación de los Ejercicios Espirituales. En virtud de la misión que le ha encomendado la jerarquía, de cuya autoridad es el representante, tiene además, una responsabilidad muy especial en el área de problemas doctrinales y pastorales y en lo que toca a la armonía propia de una comunidad cristiana.

Conclusión
CERTIFICO que mi entrega “COMUNIDAD DE VIDA CRISTIANA” (CVX), como una de las manifestaciones de lacios protagonistas de la Iglesia, reúne datos que me fueron ofrecidos por los mismos laicos de las CVX.
DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los trece (13) días del mes abril del año del Señor dos mil dieciséis (2016).

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