Construyendo relaciones saludables

Si sientes que constantemente te estás ahogando y que no te dan tu espacio, estás en una relación tóxica. ¿Qué nos lleva a tener relaciones que nos perjudican? La respuesta esperada…

Si sientes que constantemente te estás ahogando y que no te dan tu espacio, estás en una relación tóxica.

¿Qué nos lleva a tener relaciones que nos perjudican? La respuesta esperada es que “el otro” es el que tiene el problema y por tanto, es el culpable de que no funcione. Y puede ser así. Pero, alguna vez te has puesto a pensar que quizá tú seas ese “otro”.

Sin quererlo y aunque duela reconocerlo, podemos ser los causantes de nuestros propios males.

Descubre cuáles pueden ser los motivos que impiden al ser humano relacionarse correctamente y qué hacer para encontrar la solución. Mantener relaciones sanas es el equilibrio que permite que los demás aspectos de la vida marchen correctamente.

Donde todo comienza

El psiquiatra infantil británico, D.W. Winnicott, definió la familia como un ambiente acogedor, donde debe darse una relación contacto-espacio desde los padres hacia los hijos: contacto, que se traduce en cariño, afectos, apoyo. Espacio, que significa permitirles desarrollarse como individuos. John Welwood amplía este principio en su libro Amor perfecto, relaciones imperfectas, explicando cómo, al violentarse esa relación, el niño crece con miedos, miedos que no le permiten conectar (corresponder) en sus relaciones afectivas.

“Hay dos tipos de heridas relacionadas con el amor que conducen a un temor a la intimidad. Cuando los padres no proporcionan espacio suficiente, los niños crecen con el temor de que ese contacto cercano con los demás signifique amenaza de asfixia, control, manipulación o violación a la individualidad”, afirma Welwood.

De igual modo, cuando lo que sucede es que se privan de un contacto emocional cálido, entonces se crece con el temor de que las relaciones te lleven al abandono, a la pérdida o a la privación. “Los temores de ser asfixiados por el otro, por lo general, son causa de desánimo en las relaciones; por el contrario, los temores de abandono conducen a una predisposición (inclinación) a la dependencia”, concluye. Si de niños no recibimos esa chispa inicial, como el autor define a ese contacto cálido, amoroso y de apertura, que necesita ser encendido en la infancia, se da ese miedo que frustra las relaciones.

Complacer al otro: una mal grave

El carácter complaciente  también se desarrolla desde temprana edad. El psicólogo David Hawkins, con 30 años de experiencia en consejería, dice que hay muchas razones que lo motivan, pero la principal es una situación de dolor en la vida de los padres, en la que los hijos se pierden y al llegar a la adultez, su vida se vuelve totalmente dependiente a complacer a los demás en exceso, aun en detrimento propio.

En su libro Cuando complacer a otros le hace daño: aprende a crear relaciones saludables, el autor advierte que si de niños cuidas de otros pero no de ti mismo, comienzas a definirte por las normas de otras personas. Así, “en lugar de decidir lo que valoras, esperas a que sea otro que determine lo que es importante. Está bien si el otro dice que está bien”, asegura Hawkins.

Es desde niños que tenemos que aprender a determinar dónde termina tu personalidad y dónde comienza la de otra persona. Y asegura que los padres no pueden darle una carga a sus hijos que a ellos les corresponde. Eso fomenta también la codependencia, porque al no saber cuál es su responsabilidad no pueden definir qué o no les atañe.

En un principio, puede parecer que no hay nada de malo con el complaciente y es un grave error. Cuando una persona se olvida de sí misma en pos de agradar y hacer feliz a los demás, jamás podrá ser feliz. Y si no es feliz, tampoco podrá serlo con otros. Cuando se de cuenta que no puede más, esa relación que está construyendo terminará por desmoronarse.   

¿Es tóxica?

El respeto es la base de toda relación, asegura el psicólogo clínico Marcos Romero. Es importante que te valoren sin que te quieran cambiar. Romero es firme al asegurar que los celos no son buenos. Las personas que son muy celosas (y eso se dan también con los amigos) dañan la relación, por su obsesión y porque rompen con la confianza. tampoco es saludable que invadan tu espacio, algo así como que se aparezcan en tu casa sin avisar. Otra forma sencilla para descubrir que “algo” no anda bien, es sentir constantemente que te estás ahogando; que cuando te llamen no quieras contestar o no quieras ni leer los mensajes. 

LA MEJOR MEDICINA: LA DISTANCIA

El psicólogo Marcos Romero recomienda que cuando sientas que estás frente a una relación dañina, lo correcto es alejarte, a menos que la otra persona acepte buscar ayuda y que ambos estén de acuerdo con salvar la relación. De lo contrario, podrás convertirte en una persona llena de miedos y lastimar tu autoestima. Tu rendimiento laboral puede bajar y tu entorno social y familiar, también se ven afectados.

Si al leer estas características definidas por el psicólogo David Hawkins, asientes con la cabeza, eres co dependiente. 

-No distingues con claridad lo que sientes de lo que sienten los otros.

-No puedes decidir por ti mismo lo que quieres y lo que otras personas desean.

-Agradas a los demás a costa propia, dejando de lado tus necesidades y tu bienestar.

-Tienes una adicción a las relaciones, estando dispuesta a hacer cualquier cosa para mantenerla.

-Das demasiado. Estás dispuesta/o a hacer cualquier cosa sin pensar en la consecuencia a largo plazo que eso va a tener en tu personalidad.

-No tienes límites claros que te ayuden a entender lo que es bueno para ti y lo que no.

-Quieres eliminar el dolor de la vida de los demás. No te sientes a gusto hasta que no hayas ayudado a otros a sentirse mejor.

-No eres honesto sobre lo que sientes. Te haces el fuerte. 

-Quieres ser el centro de atención.

-Pasas poco tiempo pensando en lo que sientes o deseas. Niegas tus sentimientos. Has tenido pérdida de la moral.

-Le temes al abandono. Por eso necesitas la aprobación de los demás.

-Te sientes culpable de ser asertiva y de expresar tus pensamientos y sentimientos.

-Crees que tienes que ser sumisa y pasiva. Es decir, bajas tu autoestima para evitar el rechazo. 

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