Muchos impacientes se quejaban el mismo 16 de agosto del 2012 de que los cambios hechos por Danilo Medina eran mínimos, y que su gestión arrancaba como una copia de la anterior. Algunos de los que así opinaron mostraban desconocimiento de la “real politik”, aunque otros sabían perfectamente que lo que planteaban no procedía, y lo hacían por lo que el pueblo llama “gadejo”. La realidad es que los cambios no se podían hacer de manera radical, ya que se trataba una transición inédita, en la que un mandatario recibía el poder de otro del mismo partido, además de que el gobernante saliente fue clave en la victoria. No había razón para barrer en esa especial coyuntura.
La “troika”
Pero a medida que el Gobierno se asienta, las figuras vinculadas a Medina consolidan su poder y aumentan su influencia. Gustavo Montalvo tiene desde el principio una lista de responsabilidades que aumenta día a día. El otro funcionario que llegó con un gran poder que ha ido incrementando es José Ramón Peralta. De anotar en una libreta amarilla las demandas recogidas en las visitas sorpresa ha pasado a ser el hombre que lleva los recursos a las zonas visitadas. Y de Carlos Pared Pérez no hay que hablar. Por algo esos tres fueron los objetivos principales de aquellos pasquines.
Los decretos
Los últimos cambios vienen a aumentar la presencia del danilismo. Al nuevo jefe de la Policía se le atribuyen vínculos con Juan de los Santos. El pasado lunes también sorprendió con otro decreto, llevando al Banco de Reservas a un economista sanjuanero vinculado a Peralta. Y se cree que estos cambios son solo un adelanto de lo que viene…
