Danilo y el silencio

El presidente electo decidió marginarse de los debates públicos. Su silencio comenzó a inquietar a los medios de comunicación…

Danilo en el silencio

Ante todo lo que hace Leonel en una alborotada transición que debiera ser mansa: Cada viaje sin sentido de futuro; cada obra que inicia o inaugura…

El presidente electo decidió marginarse de los debates públicos. Su silencio comenzó a inquietar a los medios de comunicación y quizás a otros núcleos de la opinión pública.

Al ciudadano Danilo Medina hay que reconocerle su capacidad para administrar sus palabras, y muy singularmente, sus profundos silencios. Sólo bastaría con recordar cómo se recogió y se encerró después de la convención del PLD, cuando compitió con el presidente Leonel Fernández, y los resultados les fueron adversos.

A su admirable silencio habría que agregarle su ausencia física de los escenarios públicos. Ese proceder puede ser considerado prudente, como aventajado discípulo de Baltasar Gracián, pero a veces raya en el aislamiento. La prudencia y los silencios bien manejados pueden ser armas importantes en el liderazgo político, pero colocarse al borde de la autoexclusión,  puede ser negativo.
El presidente electo no ignora que tiene una enorme responsabilidad, que es gobernar desde el 16 de agosto, pero desde ya encarna un liderazgo para conducir a su pueblo, que espera de su sabiduría y buen juicio.

Y en base a ese compromiso, tiene que comunicarse con su pueblo, que quiere saber qué piensa, qué hace, dónde se encuentra. Imaginamos que con la implantación del programa de gobierno viene una política de comunicación, y esa tiene que ser para conectar con la Nación. Podrán guardarse las discrecionalidades, pero para la marcha del gobierno tienen que construirse vínculos con la sociedad, justamente, a través de los medios que conocemos.

Es verdad que Medina está muy concentrado en su trabajo, pero hasta eso hay que decírselo a la población. El miércoles soltó una prenda. ¡Qué bueno! Cumplirá con sus promesas, pero no con la celeridad deseada. Totalmente comprensible.

Medina sabe que la sociedad es sabiamente indulgente y en la cultura política dominicana, el mandatario cuenta, como en otros países, con un período de ajuste, los primeros cien días.

Mientras, tendremos que esperar que se juramente. El presidente electo tiene mucho apoyo y el pueblo espera que lo utilice para ejercer el buen gobierno, en comunicación con la gente.

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Ante todo lo que hace Leonel en una alborotada transición que debiera ser mansa: Cada viaje sin sentido de futuro; cada obra que inicia o inaugura apresuradamente; cada presupuesto pedido y aumentado; cada deuda sobre deuda y el que venga atrás que arree; cada señal que reitera su decisión de volver y volver; cada acto que alimenta su ego recrecido…Ante todo este despliegue de dominio total, Danilo calla. No puede hablar (y eso es triste). Aun sin saber qué país va a recibir el 16 de agosto.

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